¡Taxi, taxi!

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                                                  (autor en flickr)

Así llamamos, a gritos y levantando la mano para hacernos visibles ante un taxi libre.Muchas veces ocurre que se convierte en un intento frustrado tratar de conseguir un TAXI . Cuanta más «necesidad» tienes de utilizarlo más difícil te parece que es conseguirlo.

Ahora en Zaragoza no sólo será más dificil encontrarlo, sino que dependerás de que el conductor quiera realizar un servicio o no. Ayer mismo decidieron no «recoger» viajeros en la estación intermodal de nuestra sufrida ciudad.

Hay siempre muchas «verdades» desconocidas por la mayoría de nosotros, quienes nos convertimos en «sufridores» de situaciones ajenas al usuario y que debemos afrontar con paciencia. En el «conflicto» de los taxis con el Ayuntamiento, «democráticamente» regido por el Sr. Belloch (Ex biministro), hay componentes extraños a lo que debería de ser un auténtico Servicio Público.

Desde el punto de vista de los taxistas parece que tienen razón en cuanto a su derecho a «gestionar» su negocio de la forma que mejor les parezca. De hecho la consecución de una Licencia de explotación les lleva a realizar un esfuerzo económico a veces demasiado importante, con lo que trabajar todas las horas del día y de la noche, es todavía poco para salir de las deudas. El precio oficial de compra se multiplica en el «mercado de segunda mano» hasta unos valores asombrosos. Puesto que el número de licencias está regulado por los ayuntamientos, la única forma de acceder a una de ellas es mediante «traspaso» de titular, previo pago de lo que mande el mercado «libre».  Lógicamente ningún taxista quiere más competidores en su parcela de negocio.

Hablando con los taxistas de Barcelona comprendí que el efecto, tras las olimpiadas del 92, fué desastroso para ellos. Se habían incrementado el número de licencias de manera exponencial para cubrir la demanda puntual de aquel evento y , todavía a finales de la década de los 90, no habían podido recuperar el nivel de ingresos de los años anteriores a la olimpiada. Así que este tipo de soluciones es lógico que no «seduzca» a los taxistas.

Por otro lado no entiendo el «rechazo» a las nuevas tecnologías por parte de ellos. Me refiero a la implantación del GPS en sus vehículos. A mi modo de ver sólo aportaría beneficios en cuanto a la asignación racional de servicios al taxi libre más próximo al usuario. Se evitaría duplicidad y los trayectos serían más cortos haciendo más rápido el mismo y estando en disposición de prestar un nuevo servicio a otro cliente. Pero tal vez lo que no quieren es estar «controlados» en todo momento por un sistema en el que se conoce su posición en todo momento y si se está prestando servicio o simplemente descansando.

El otro aspecto fundamental del taxi es su consideración como Servicio Público. Aquí habría que detenerse mucho más de lo que voy a hacer, pero parece paradójico que, si es así, les cueste tanto dinero obtener una licencia. Otro tipo de actividades consideradas como tales tienen una serie de obligaciones y derechos, supervisados y pactados con los adjudicatarios y cada sector está regulado de manera oficial. Sin embargo con los taxis ocurre la paradoja de que, aun siendo SP, no tienen «obligación» de prestar servicio. Realmente es sorprendente que esto ocurra así. De hecho es vergonzoso que cualquier persona que llegue a nuestra ciudad a la estación intermodal no encuentre un taxi esperando en la parada. Siempre hay enormes colas de viajeros aguardando pacientemente a que llegue algún «samaritano» taxista que le lleve a su alojamiento.

El tercer aspecto a considerar es el del pasajero. Cualquiera que sea la motivación o la necesidad de precisar un taxi, nos lleva a pensar siempre que hay menos de los que querríamos. Vamos que, cuando se nos ocurre ir en taxi, deberíamos tener uno a medio metro de nosotros. Además «exigimos» que nos dejen justo en el lugar elegido como destino, sin importar que el hecho de parar en cualquier sitio, produce alteraciones importantes en el tráfico de la ciudad. Nuestro punto de vista como usuarios del taxi es totalmente distinto al que tenemos cuando «tenemos» que parar justo detrás de un taxi que obstruye la calzada por estar recogiendo o dejando pasajeros. Otras veces la hora a la que queremos utilizarlo es tan «intempestiva» que es imposible conseguir que te recojan, bien sea porque hay pocos de servicio y están ocupados o que te sea imposible contactar telefónicamente con la central de radio-taxi. En estas circunstancias la desesperación que tienes por no poder llegar a tiempo a tu cita se convierte en un pequeño «drama» para el afectado y te preguntas si realmente estás a merced de un Servicio ¿Público?.

Espero que pronto se solucione el conflicto de intereses que se ha ido gestando durante los últimos meses, y que no se llegue a una huelga coincidente con los paros convocados en TUZSA durante las fechas de Navidad. Si esto llegase a ocurrir (y no me parece descabellado pensar que ocurrirá), las calles de Zaragoza volverán a ser un caos circulatorio en unas fechas donde los ciudadanos, a parte de salir de compras, suelen desplazarse de viaje para poder juntarse con sus familias a celebrar la Navidad.

Yo, por si acaso, voy a ir engrasando la bicicleta que, aunque era para el verano, habrá que darle la oportunidad de hacerla también de invierno. ¡Igual forro el sillín con Felpa!. 

  

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

Una respuesta a “¡Taxi, taxi!”

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