Cosas de espías

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Que dimita el Director del CNI, por haberse ido a pescar, pase. Que haya colocado a la familia que tenía los méritos suficientes para ocupar determinados puestos, pase. Que presente facturas de gastos personales a cargo de su propio peculio, lógico. Pero que sea tan tonto como para que le hagan fotos al jefe de los espías no tiene perdón. Con lo fácil que resulta esconderse…

En un aeropuerto de una de las ciudades del antiguo Telón de Acero, un espía huía de la policía secreta rusa, la KGB. Estaba a punto de ser capturado, cuando, súbitamente, tropezó con una monja a la que le pidió que lo escondiera bajo su hábito.
Los agentes de la KGB preguntaron a la religiosa si había visto al espía y le dieron su descripción. Ella les informó de que no lo había visto.
Cuando ya el peligro había pasado, el espía salió de debajo del vestido de la monja y se inició el siguiente diálogo:

– «Gracias, hermana, por haberme salvado de ser capturado por la KGB».

– «Ha sido con mucho gusto, hijo».

– «Tengo que decirle, hermana, que usted tiene unas hermosas piernas. ¿Se dio usted cuenta del besito que le di en las pantorrillas?»

– «Claro, hijo».

– «¿Sintió usted los besitos que le estampé en las piernas, antes de las rodillas?»

– «Sí, hijo».

– «¿Notó cuando fui subiendo y le cubrí las piernas de besos, arriba de las rodillas?»

– «Sí, hijo».

– «¿Qué hubiera sucedido si yo sigo subiendo, y subiendo y llenándola de besos?»

– «¡Pues que me hubieras besado los huevos, cabrón! ¡Yo también soy un espía!»

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

6 respuestas a “Cosas de espías”

  1. Olguita, andaba «rescondido» tras unos hierbajos… 😉
    La verdad es que no sabía que había blogguellón, y había quedado con la familia para picar algo y contar las vacaciones… al próximo seguro que acudo sin ocultarme, igual hasta voy disfrazado con un espía cariñoso debajo… ¡quién sabe!.

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