El efecto placebo

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(autor)

Estamos en una sociedad dominada por la inmediatez en los resultados. Buscamos remedio a todo basándonos en el principio de acción-reacción, pero con la exigencia de que el beneficio se note a muy corto plazo, por no decir ¡YA!.

Solemos acudir a la farmacia buscando elixires milagrosos, bálsamos de fierabrás capaces de curar todas las afecciones conocidas, las píldoras de la felicidad, la crema de la eterna juventud, el brebaje mágico que nos dé las fuerzas que nos faltan y cualquier ilusión en forma de pócima que haga lo que tenemos que hacer por nosotros mismos.

La Felicidad y la salud están íntimamente ligados y ellas dependen totalmente de nuestra manera de entender la vida. Juvenal, allá por la época romana, ya definía la forma con la que obtener la salud: «mens sana in corpore sano».

Pero la forma actual de enfrentarse a los retos diarios no tienen ninguna consideración hacia este aspecto tan fundamental como lo es el equilibrio entre mente y cuerpo. Andamos todo el día a «hostias» con el mundo, siguiendo una zanahoria falsa que nos lleva cada vez más lejos, en un camino hacia ninguna parte. Compramos la droga que nos atonte en todas sus formas posibles, anestesiamos nuestros sentimientos a base de intercambios económicos que sólo llenan nuestras estanterías y dejamos vacíos de significado nuestros anhelos interiores.

Así que hemos perdido el rumbo como sociedad; no sabemos hacia donde debemos caminar con el único propósito de alcanzar la paz interior. Somos una masa amorfa teledirigida por intereses ajenos al propio ser humano. Hemos cambiado el estar bien por la sociedad del «bienestar», lo cual NO ES LO MISMO (como dijo Alejandro Sanz). Hemos fracasado en el intento de ser todos ricos y cada vez nos han hecho más pobres, porque no podemos comprar todo lo que se nos ofrece.

Sin embargo mediante la televisión, el fútbol y la gripe están consiguiendo que hayamos llegado al punto en el que sólo nos importa un momento de «evasión».  Sabemos punto por punto la vida y milagros de muñecos televisivos que no tienen la boca más que para verter desperdicios de vidas ajenas. Vivimos con pasión los triunfos o las derrotas de los equipos de fútbol de nuestras entrañas. Huimos de la gripe como de la nueva peste, enfundados en unas estúpidas mascarillas que  -eso sí- nos evitan tragar el polvo que nosotros mismos levantamos al andar…

Así que con todos estos remedios milagrosos nos dan nuestra ración diaria del SOMA que posibilitaba Un Mundo Feliz (de Aldous Huxley). En efecto todo ello nos crea la falsa ilusión de una felicidad momentánea, un estado hipnótico que nos aleja cada vez más de lo que hoy por hoy más teme esta sociedad occidental: PENSAR.

Por ello desde aquí pretendo hacer todo lo contrario a lo que se nos ofrece, intento que al menos unos pocos de los que pasais por aquí tengais la fuerza de intentarlo aunque sólo sea con mis «divagaciones». Al final el efecto placebo de tanta vacuidad desaparece tan rápido como nos ha llegado. Las ilusiones propias, el anhelo de un cambio de suerte, sólo lo conseguiremos con un análisis detallado de nuestras propias necesidades afectivas y tomando las riendas de nuestros propios deseos insatisfechos.

El resto es: NADA.

Pero la canción de Alejandro en este concierto es MUCHO

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

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