El miedo no es libre

miedo al lobo

El miedo es algo natural y asociado a nuestra condición animal, irracional a veces y justificado en otras, pero que nos pone en alerta ante una amenaza y nos prepara para reaccionar rápidamente ante un peligro cierto. Espíritu de supervivencia y perpetuación de la especie.

Cuanto más parece que hemos evolucionado en la condición de seres humanos, más complejos son los procesos que nos generan miedo, surgen o sentimos nuevas amenazas y nos enfrentamos a ellas con menos conocimiento de cómo reaccionar ante las mismas. Estamos desorientados y perdidos y nuestro ancestral miedo no tiene un código automático que aplicar. No nos sirve de nada salir corriendo, ni subirnos a un árbol para escapar de una fiera, porque en el medio que nos movemos la fiera tiene forma humana, y el ataque puede venir en cualquier lugar, a cualquier hora y siempre de una manera feroz e incontrolable…

Tenemos que estar prevenidos, pero ¿ante qué o quién?, ¡no hay respuesta lógica!. Sabemos de su existencia, de cómo sus hechos terribles nos dejan marcados como especie, y tratamos de identificarlos, marcarlos y detectarlos, así que les ponemos imagen física e incluso los uniformamos para diferenciarlos de nosotros. Tendemos a generalizar y aplicamos un cliché fijo por lo que, al final, todo aquél que tenga un parecido con nuestro «estereotipado» enemigo puede llegar a ser considerado como una amenaza para nosotros.

Estamos viviendo una época en la que la barbarie humana sigue manifestándose de manera cruenta en cientos de lugares, y se multiplica amparada en mitos con los que justificar lo injustificable. Decimos servir a una causa noble, o apelamos al sentido superior de nuestros dioses. Hacemos creer que somos buenos y que sólo estamos defendiéndonos de un peligro, pero al mismo tiempo devolvemos nuestra ira en base a una cultura «superior» o una sociedad más «avanzada».

Tengo relación con amigos de todo el mundo, todos ellos de diferentes razas y religiones, diferentes lenguas y culturas, y todos ellos me honran con su amistad sincera. Todos ellos son gente buena que aborrecen incluso más que nosotros a aquellos que les llaman hermanos, pero que en modo alguno son hijos de la misma madre. Y en estos momentos de amargura se les pide que se diferencien de los malvados, porque si no los hacemos cómplices de un atentado…

Mis amigos no son los enemigos de nadie, tan sólo les toca sufrir por culpa de otros el rechazo general de una civilización que los ha «fichado» y les considera peligrosos potenciales. No se merecen ninguna cruzada contra el infiel, y ninguna guerra es santa, y a ellos desgraciadamente les toca vivir, más cerca que ninguno de nosotros, al lado de unos animales que se han decidido a matar y morir por algo que no somos capaces de entender. Nos han hecho prisioneros del miedo y por tanto nuestro miedo ya no es libre.

 

 

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

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