Huelga forzosa

Estamos en vísperas (en capilla) o velando las armas de caballero antes de iniciar la batalla, pero ¿qué batalla? y ¿contra quien?.

Mañana dicen que hay huelga general, a la cual no me voy a sumar por razones obvias. Pero en todo caso, de ser uno de los que tienen una nómina o un negocio del tipo que fuera, tampoco me apuntaría a esta farsa sindical.

Y no porque no esté convencido de que hay que hacer algo para hacer entrar en razón a un Gobierno que se ha puesto por montera algunos aspectos constitucionales de todos sabidos, comenzando por la derogación vía Decreto Ley de un Convenio colectivo primero (el de los controladores), continuando por invalidar el propio convenio con los funcionarios, y acabando con el del resto de ciudadanos a los que se les «promete» aumentar la edad de jubilación mientras mantienen en mínimos las pensiones de los que habían trabajado toda un vida.

Economía manda (vía Bruselas) y Zapatero obedece los designios de la superioridad. Donde hay patrón no manda Zapatero marinero. Los sindicatos llevaban años «viéndolas venir» sin decir ni mú (incluso antes de prohibir las corridas de toros, así que no corrían peligro por haber mugido un poquito). Pero, quiá, a ver si les quitaban la generosa donación pública y tenían que volver al tajo y dejar de estar liberados del mandato divino: «te ganarás el pan con el sudor de tu frente».

No me creo esta huelga, y además pienso que no servirá de nada. Hemos de saber que si queremos salir de verdad adelante, hay que «atarse los machos» y echarse a la arena a lidiar este toro que nos han soltado, pero con  un capote de los buenos, no con una pancarta que pida trabajo, ni con unos pitos estridentes que llenarán las calles de ruido y no caerá ni una nuez.

Con total sinceridad os digo que si pudiera ejercer este derecho constitucional, no sería mañana cuando lo hiciera, porque haría mucho tiempo ya que habría enarbolado una pancarta y me habría ido a la Moncloa a hablar en serio de temas laborales (no sindicales).

Pero bueno, estamos en un clima templado, a la gente nos gusta estar en la calle, y la música, y la sensación de pertenecer a un grupo de gente solidaria. Pero mañana será otro día, en el que los que querrían tener un trabajo no podrán siquiera participar de esta fiesta democrática. Los que lo tienen muy probablemente tampoco podrán llegar a su puesto por falta de transporte público, y los piquetes imagino que «animarán» a abandonarlo a todo aquel que haya decidido no seguirle el juego a unos sindicalistas trasnochados y cuyo discurso aburre hasta a los convencidos de sus bondades.

Mañana hay huelga forzosa, para más de cuatro millones de españoles (inmigrantes incluidos), que están apuntados en la lista de Schindler del INEM,  y que están esperando a algo a lo que temporalmente van a renunciar estos huelguistas, ir a trabajar. El resto será un baile de cifras, de gritos contra no se sabe qué y de victorias de todos. Mientras tanto la oposición, pedirá la jofaina con agua limpia y se lavará las manos entre el gentío, como Pilatos, y presentará a Zapatero como el «Ecce Homo«. Dejarán que sea la muchedumbre quien pida crucifixión para uno al que otros convertirán en mártir de la crisis, y después a esperar que el vía crucis por el que pasa un país sea lo más breve posible, y que para llegar a la resurrección todavía nos queda beber unos cuantos sorbos más de vinagre, mientras subimos la cuesta de nuestro particular Gólgota.

En fin, que seais felices todos con esta historia, que no es por nada pero ya me suena de algo…

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

7 respuestas a “Huelga forzosa”

  1. La sociedad nos lleva al matadero, al matadero de libertad de pensamiento, al recorte de derechos sociales, a ser poco mas que ovejas en un rebaño donde el unico poder de decision sera que consumir, y ni siquiera eso.
    Democracia directa YA! El poder en manos de el pueblo y no de politicos corruptos e influenciables

  2. Alitrasto, creo que la inercia social es siempre muy grande. Vamos a remolque de las circunstancias, de las nuevas necesidades, de los nuevos tiempos… y siempre llegamos tarde.
    Me da la impresión desde hace mucho tiempo de que, de manera casi inconsciente, se está buscando un nuevo modelo social y económico, sin llegar a tener una idea de hacia donde hay que orientar esos esfuerzos. El comunismo acabó cediendo al poder del dinero. El capitalismo ha demostrado que tampoco hace otra cosa que buscar compradores para aquello que produce cada vez a menor precio… y a los filósofos, pensadores, humanistas nadie les presta atención.
    Supongo que se está gestando una revolución global, cuando no algo peor, y las masas están buscando a quien seguir, están en busca de lider, y de eso se aprovechan unos cuantos que alzan una bandera y la voz engañosa hacia una nueva forma de libertad y derechos… ¡terreno abonado!. 😉

  3. ¡Menuda pantomima nos han montado hoy! Muditos como Belinda hasta que, supongo, las bases aún no corrompidas clamaron respuesta. ¡Y programan la respuesta para después de la firma de lo que se quiere evitar! Mi abuelo paterno tenía una frase para sentimientos como el que tengo.
    Va a resultar que, aquí, la burguesita, tiene un concepto de los derechos laborales más gregario que ellos…
    De todas formas, supongo que todos tendremos que asumir que el mundo ha cambiado desde que se conquistaron algunos de los derechos que ahora se derogan: los «comunistas» (China, los países del este europeo, por ejemplo) de este mundo globalizado se llevan las empresas a su terreno, porque las reglas del «capitalismo» lo permiten y alimentan. Y a unos y a otros les trae sin cuidado las consecuencias que ello acarreé para los trabajadores, de uno y otro lado (sin embargo, sí se valora a los consumidores). Los «beneficios» son el dios de nuestro mundo. Y es un dios muy poderoso. Hasta que sus deseos no nos han dañado, hemos disfrutado de los frutos de sus designios…
    En algún momento deberíamos replantearnos a fondo el sistema. ¿No?

  4. A mi tampoco me gusta. Pero en este caso no le falta un poco de razón. Los sindicatos han «invitado» amablemente en muchos casos a trabajadores que no querían a hacer huelga a no acudir a sus puestos de trabajo. Los que no han recibido ningún tipo de coerción, en su gran mayoría, han ido a trabajar.

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