Septiembre, once

 

 

Fijaos que no pongo el consabido «eleven – S», ni siquiera aquí, porque no quiero que este artículo sea uno de tantos captadores de visitas para conmemorar el atentado más grave en la historia del mundo.

Mi pequeño recuerdo a tantas víctimas inocentes de una barbarie sin parangón, es sólo una mota de polvo que quiero que se vaya al viento y os llegue solamente a vosotros. Descansen en paz los muertos y que sus familias y amigos encuentren también su propia paz.

Nunca antes he hablado de teorías conspiratorias, de cómo se pudo hacer algo tan «absurdo» de una manera tan eficaz. Y hoy, precisamente por ser el décimo aniversario de la tragedia, creo que debo aclarar solamente dos cosas.

La primera es que se dijo, y se convenció a todo el mundo, que habían sido expertos pilotos quienes consiguieron convertir un avión de pasajeros en una auténtica bomba incendiaria. Y no es así ni tuvo por qué serlo, porque precisamente habían elegido el tipo de avión perfecto para hacerlo de una manera sencilla y sin necesidad de conocer más que una serie numérica. Perdonad que no quiera explicar cómo, pero hay que ser cautos y no dar ideas.

Y después de aquello la repercusión mundial que tuvo en materia de Seguridad Aérea. Nos «fundieron los plomos» a todos. Desde las fuerzas de seguridad, policías, y todos aquellos que de manera discretísima están cuidando y protegiendo a los ciudadanos de estas amenazas. Sencillamente «inventaron» algo tan novedoso que, aún habiéndolo imaginado o sabiendo que podría llegar a producirse, era prácticamente imposible evitarlo.

Las consecuencias prácticas llevaron a «blindar» las cabinas de pilotos; a mí me costó «digerirlo» al principio, pero ahora sé que es una forma eficaz de evitar daños mayores. Si tu avión ha sido «elegido» para atentar contra terceros, la única manera de impedirlo es que los pilotos lo lleven a un lugar apartado y aterrizar sin daños… independientemente de lo que hayan hecho o vayan a hacer con quienes ya están condenados de antemano. Luego nos debemos poner en manos de la providencia divina y que sea lo que tenga que ser.

El bien y el mal están en continua batalla, desde que surgió el mundo. Por eso no nos dejemos dominar por EL MIEDO. Sabemos desde que nacemos que hemos de morir y no sabemos ni cómo ni cuando. Vivamos libres de miedo y volemos con la certeza de que tras aquél fatídico día de Septiembre, muchas cosas han cambiado para mejor. Lo que no hemos podido erradicar es la MALDAD y la violencia, pero eso ya es labor de todos. ¡IN MEMORIAM!.

 

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

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