Universidad de Salamanca

Fachada Universidad de Salamanca

 

Hacía mucho tiempo que no volvía por Salamanca y me encontré con una ciudad nueva para mí, en la que los recuerdos tuvieron que abrirse paso a empujones para situarme en el lugar que ya no existe…

Las piedras de Villamayor siguen ahí, soportando el paso del tiempo, recogiendo entre sus paredes monumentales una vida secular, una sabiduría que «no se presta si la natura non da», y preservando un espíritu que en la calle ha evolucionado hacia la  homogeneidad y la impersonalidad que las grandes marcas y cadenas establecen como sitio COMUN. ¡Una pena!.

Nos han uniformado, uniformizado, y estandarizado las calles (y a muchos hasta el pensamiento), y tras los escaparates y el fast food encuentras en todos los sitios la misma dosis de vulgaridad, que se ha llevado por delante aquello que hacía UNICO a un lugar.

Afortunadamente Salamanca permanece en pie, testigo imperturbable de siglos y de vidas anónimas que hicieron de ella algo más que un montón de piedras labradas y apiladas en un conjunto bello por los cuatro costados hasta caer al Tormes.

Entrar en la Universidad de Salamanca de «visitante», que no turista, es quizás recuperar ese espíritu que permanece encerrado en las aulas, de amor por el saber, de la universalidad del conocimiento y de las mentes privilegiadas que estuvieron compartiendo sus saberes con miles de bachilleres, licenciados o doctores. Fray Luis de León sigue ahí dictando cátedra, Unamuno aún vibra entre las tarimas, y la voz de Nebrija sigue estableciendo reglas gramaticales para que no nos perdamos en el mundo de las palabras.

En los estantes labrados de la biblioteca permanecen aún viejos códices, y tratados de «iuri canonico» o disecciones anatómicas primorosamente ilustrados y encuadernados en piel curtida. Los bancos de galera, toscos troncos, apenas para apoyarse como «misericordia», dan idea de que la letra, si no con sangre, con sacrificio entra.

El recibimiento de la rana que aguarda oculta entre la filigrana de su fachada, no es más que la antesala del verdadero tesoro que se esconde tras ella. Alguna licencia del cantero, rebelde a su manera con el escoplo, nos deja el regusto pícaro del humor obsceno de gente llana.

Salamanca vive, Salamanca es eterna, y las gentes vamos pasando por ahí siglo tras siglo. A unos nos dejó la huella de más saber, otros imprimieron la suya en un Vítor sobre una fachada tras ser doctorados, y otros la hicieron tan grande como su sabiduría. La de Salamanca  fue la primera universidad de España, y ahora en que los usos y las costumbres se han hecho tan «iguales», merece la pena entrar a ella y dejarse llevar por las palabras de Fray Luis de León: «Decíamos ayer…»   (yo os dejo con unas pocas fotos por si quereis verlas)

Poema de Unamuno a Salamanca

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

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