Estaba un viejito sentado en un banco de una plaza, cuando un muchacho se sienta a su lado con los pelos tiesos y teñidos de azul, rojo, amarillo y verde. El viejo se queda mirándolo un rato, atónito; hasta que el chaval le dice:
– Qué pasa gilipollas? , ¿Qué miras con esa cara, nunca has hecho una locura en tu vida?
A lo que el viejo, sin exaltarse, le contesta:
– Sí, una vez me emborraché y me pasé con una cacatúa… Y justamente me preguntaba…. ¿No serás mi hijo?
Ante un «intento» de agresión verbal, una fina ironía… y si es física con una fina cintura intelectual se evitan algunos golpes. Pero hay que estar preparado para una defensa más contundente. 😉
Muy bueno, pero que muy bueno. La calama y serenidad que da la experiencia.
Un abrazo
el lio de Abi