Tutankamon

Desde que Howard Carter descubriera en 1923 la tumba de Tut-Anj-Amón (Tutankamón para los amigos) en el Valle de los Reyes hasta hoy, la evolución de la Egiptología ha sufrido notabilísimos avances. Tal vez más importante que el descubrimiento de la tumba, fué el hallazgo e interpretación de la Piedra Rosetta por parte de Champollion que permitió el estudio y descifrado de los jeroglíficos que «decoraban» las paredes de los enterramientos.

Ayer me llenó de asombro la noticia de que se va a exponer su momia dentro de una urna de material plástico. Algo en mi interior me decía que eso no debería haber ocurrido nunca. No aporta nada a las investigaciones de la apasionante historia del Egipto faraónico. Tampoco me parece ni siquiera atrayente el poder ver una momia más de las que ya hay expuestas en diferentes museos e instituciones. El aspecto es de un cuero seco con forma semihumana. (¿Recordais la del «Negro de Bañolas»?).

Acaban de traspasar una barrera frente a la pretendida inmortalidad del faraón. No se han conformado con estudiar su vida, su propia muerte y sus obras. Ahora toca sacar más beneficio de su exposición al público.

Para mí le han quitado todo el misterio que mantenía la momia. Y no sólo eso, han «profanado» su lugar de reposo eterno a cambio de unos peniques. Le han despojado de dignidad y han desnudado su cuerpo y su alma para ser exhibido como una atracción de feria. Me da que cualquier día de éstos  vuelve del más allá con su barca y les hace repasar el Libro de los Muertos para que recuerden por qué estaba embalsamado.

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

3 respuestas a “Tutankamon”

  1. Hace un año tuve la oportunidad de visitar el Museo Británico, en Londres. Por supuesto, visitamos la sala del antiguo egipcio en la que se exponen las momias. No puedo describir la sensación que tuve paseando entre los muertos. Estoy de acuerdo contigo en que todo tiene que tener unos límites.

  2. Creo, que de eso se trata, de sacar beneficios económicos a costa de lo que sea, a pesar de que se carguen lo que se carguen, incluida la propia tranquilidad del propio Tutankamón. La ética manda, que dejemos descansar a los muertos en paz ¿dónde queda, entonces, el código ético?.
    Saludos Sofi

  3. Pingback: Zaragózame! | ¡Pobre Tutankamón!

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