Como siempre trato de hacer, vayan desde aquí mis condolencias a todas las víctimas del «accidente» que sufrió ayer mismo el avión de Malaysian airlines en el vuelo MH17, y que acabó con la vida de casi 300 inocentes. DEP.
¿Cuál es la probabilidad de que -en cuatro meses- dos aviones de una misma compañía sufran un fatal accidente con todos sus ocupantes muertos o desaparecidos?. Las leyes de probabilidades darían un resultado poco menos que infinitesimal considerando que en el tráfico aéreo mundial, las estadísticas de accidentes fatales son mínimas, y la coincidencia en una misma compañía y en un perídodo tan corto de tiempo nos darían como «casi imposible» que este suceso pudiera ocurrir. Y sin embargo ha ocurrido.
Los pilotos con los que he compartido cabina o simulador a lo largo de tantos años, saben que una de mis formas de hacerles entender que ante todo la SEGURIDAD es lo primero y que siempre es mejor prevenir que ser sorprendido por una incidencia no prevista, es tener la «CERTEZA» de que en aviación siempre TOCA, y que no hay que comprar ningún boleto para el sorteo.
Cuando me preguntan si el stress al que les someto en el simulador es algo «probable», o si es que tengo ganas de «marcha», siempre respondo lo mismo: «es algo muy improbable que ocurra tanta calamidad al mismo tiempo, pero no por ello es IMPOSIBLE». Trabajamos con múltiples variables, con elementos mecánicos que pueden quebrarse, con electrónica en la que los electrones pueden irse por el circuito equivocado, y en un ambiente a veces hostil y tan mutable como los fenómenos atmosféricos… y cuando concurren en el espacio/tiempo una serie de problemas menores, se puede convertir en una auténtica «pesadilla» para los pilotos hacer que todo quede bajo control…
Este entrenamiento al que se ven sometidos les hace vivir y pensar siempre en el peor escenario imaginable, a desarrollar una forma de autocontrol imprescindible para que el buen juicio no se vea alterado por circunstancias anormales, y en cualquier caso a buscar nuevos caminos inexplorados cuando nada de lo aprendido parece dar respuesta a una situación como la que podría aparecer en cualquier instante.
El objetivo no es otro que abrirles la mente hacia lo desconocido, lo improbable o lo inimaginable. Y cuando se dan cuenta de que son capaces de conseguirlo por sí mismos, nunca más se sentirán impotentes ante cualquier circunstancia adversa.
Sin embargo hoy me siento totalmente IMPOTENTE como profesional. No hay formación posible, no hay imaginación suficiente en un humano normalito como para ENTRENAR o practicar lo que haya podido ocurrir con estos aviones malasios. Son demasiadas incertidumbres, demasiadas informaciones contradictorias, demasiados los misterios que rodean a estos dos accidentes para los que no hay explicación razonada ni RAZONABLE. Sencillamente son dos terribles anomalías aeronaúticas cuyo desenlace ha sido catastrófico, y para los que no hay más solución que pedir a Dios que no nos abandone nunca y que devuelva la cordura a los causantes de estas atrocidades.