El género de una palabra española es de las cuestiones más «arduas» en el aprendizaje de nuestra lengua para las personas cuya lengua materna es otra, más aún para los que hablan lenguas «sajonas».
Pero el español (lengua, no ciudadano) es tan rico que se permite muchas veleidades en el uso del género, haciendo que el artículo modifique completamente el significado de una misma palabra. Así ocurre, por ejemplo, con SALUD.
El Salud ha pasado a ser, debido al artículo masculino, el servicio público de atención sanitaria. Nada que ver con La salud.
Dicho esto, y para daros un tiempo de «tregua» con tanto hablar de enfermedades, quiero hablar bien del Salud. Por las circunstancias que me han acompañado durante los días anteriores y, sobre todo por experiencias vividas por gente muy querida por mí, siempre he tenido la fortuna de comprobar las excelencias de nuestra Sanidad Pública. Cuando de enfermedades graves se trata, intervenciones de cirugía mayor, diagnósticos basados en medios tecnológicos avanzados y otros muchos aspectos que tienen que ver con la recuperación de nuestro bienestar, el servicio del Salud es hoy por hoy la mejor opción que existe en nuestro país. Incluso sirve de ejemplo allende nuestras actuales fronteras como servicio integral de salud y cobertura. (La Sanidad Privada mercería capítulo aparte y no me interesa a título personal).
¿Por qué es tan bueno nuestro Salud?. En primer lugar por la calidad profesional y humana de las personas que se dejan su propia salud en beneficio de los demás. Aquí no querría dejarme a ningún colectivo que participa directamente en nuestro cuidado, pero aun a riesgo de olvidarme de alguno, hay que valorar a todos ellos en la medida en que se merecen. Médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, limpieza, cocina, camilleros, administrativos, ambulancias, técnicos, y un larguísimo etcétera.
Todos ellos y muchos más dedican su vida profesional a que el resto podamos beneficiarnos de sus esfuerzos y sacrificios y recuperemos nuestra propia salud. Tal vez la enormidad propia del sistema haga imposible que funcione al 100 % de efectividad, pero ello nunca podrá ser atribuible a ellos. A nadie se le puede escapar que organizar cualquier actividad humana requiere de grandes dosis de esfuerzo y planificación cuyos resultados se aprecian a medio o a largo plazo. Las inversiones económicas para cumplir con el desarrollo y mejora necesarios en el mismo son «inimaginables». Pero a pesar de todos los pesares el Sistema es bueno.
A parte dejaré de abundar en las quejas «fáciles» que todos hacemos en cuanto a listas de espera, saturación en urgencias, alargamiento en los plazos de citación, y todos cuantos queramos añadir a la lista. Eso nada tiene que ver con la dedicación de los sanitarios ni con los, a veces, insuficientes medios de que pueden disponer.
Para ejemplo de lo que digo os hablaré de los médicos que se han implicado conmigo estos días. La doctora que me recibió en urgencias durante su guardia, hizo su propio diagnóstico y recomendó mi ingreso en planta ( el cual se pudo hacer en cuanto hubo cama disponible). Al cabo de dos días se presentó «motu propio» en mi habitación a ver cómo había evolucionado el paciente al que no concocía de nada. «Chapeau», doctora. (Yo ni siquiera llegué a enterearme de su nombre). De los dos médicos que me habían realizado una prueba de «esfuerzo», uno ha sido quien me ha tratado en planta y me ha llevado «al buen camino» y el otro, a pesar de estar «desligado» de la asistencia en planta vino también a interesarse por mi estado y hemos establecido una «comunicación» química de mutua simpatía el uno por el otro. Fruto de esta comunicación, me enteré de que su decicación a base de trabajar con diagnósticos «radiactivos» se había visto afectado por alteraciones en la tiroides que le habían hecho «reorientar» su labor profesional. Tres casos de médicos distintos, cada uno con sus funciones, y cada uno con su profesión por encima de todo. Sus problemas/inquietudes laborales también fueron parte de breves diálogos y, puesto que «hablando se entiende la gente», aprendí un poquito más de cómo se las ingenian para llevar al enfermo a un mayor grado de «optimismo». En definitiva tres profesionales como tres soles y encima se han dejado «implicar» emocionalmente con un paciente. Al final yo pasaré a ser uno más de los miles de pacientes a los que les ha tocado atender durante su trabajo. Tal vez incluso me recuerden durante bastante tiempo, pero yo seguro que no me voy a olvidar de ellos nunca.
Con personas de esta grandeza humana puedo asegurar, ¡ y aseguro ! que el Salud es de lo mejor que tenemos. Gracias a todos los que trabajan en él.
Querido Carlos, no sólo es mérito de los profesionales. Su actitud ambién depende mucho del tipo de enfermo con el que se encuentran. Así que no te quites méritos.