Siempre insisto en que las calles de Zaragoza llaman la atención de quienes nos visitan por lo animadas que están a todas las horas y durante todas las estaciones.
Pero a pesar de la animación natural de los transeuntes, hay momentos en los que diferentes grupos de «animadores» profesionales hacen las delicias de determinados actos programados. En el mercado medieval hemos podido ver un pequeño grupo de animación con música y malabares, mimo y sobre todo ganas de entretener a los que por casualidad nos hemos topado con ellos por el provisional mercado.
Gracias a todos estos grupos podemos volver a un tiempo sin ajetreos y ajenos a nada que no sea disfrutar de una chirimía y una pandereta mientras los faranduleros hacen su labor de alegrarnos la fiesta. Mientras tanto los cuidadores de rapaces ya no venden sus aves para la cetrería pero colaboran a meternos en ambiente, y el tallador hace sus esculturas charlando con sus «mirones».