Visto así parecería que estamos rogando a alguien que regrese al hogar, como si de «el hijo pródigo» se tratara. O tal vez nos acordemos de las llamadas de los que acudían al programa de Paco Lobatón en su ¿Quién sabe dónde?, en el que se buscaba a personas que se habían ido «a por tabaco» y nunca habían regresado. Pero, si canturreamos la frase, siempre nos acordaremos de un conocidísimo anuncio de televisión en el que las lágrimas se apretujaban en los ojos de los que tenían a sus seres queridos lejos de casa durante las fiestas de Navidad. En efecto anunciaban el turrón con su ¡vuelve, a casa vuelve por Navidad!.
Ahora la familia y sucesores de Sebastián Gil ofrecen lo mismo desde «su casa», sin necesidad de que nadie tenga que volver a su hogar para probar un magnífico turrón artesano.
Después de tres generaciones ininterrumpidas fabricando turrones y dulces, la cuarta generación de Giles está ya metida de lleno en las nuevas tecnologías de la comunicación. Internet es el medio de conversación y de acceso a la información más importante posiblemente desde la invención del telégrafo. Ahora, y pese a la reticencia de muchos sectores todavía poco habituados a efectuar sus compras mediante este medio grandioso y «seguro», los Turrones de Sebastián Gil inician su propio despegue On Line. Han descubierto que la tradición no está reñida con la Innovación y el Desarrollo (I + D) y han apostado por una revolucionaria forma de hacer llegar sus productos artesanos a los clientes de toda la vida.
Este año va a ser el primero donde se ponga en marcha un proyecto mucho más ambicioso de cara a facilitar a todo el mundo el consumo de turrón de calidad a un precio más que competitivo, ¡Casi que regalado, oigan!, como dirían los «tratantes» de feria.
Comienzan con la distribución en Zaragoza de sus turrones y dulces navideños para no privar a los afortunados que llevan más de 75 años disfrutándolos. Quieren y tienen la vocación de enviar a todo Aragón un producto típicamente español y cuyo origen se remonta a los tiempos remotos de «maricastaña». Querrían que sus turrones llegasen a todos los rincones de nuestro querido país, único en el mundo donde persiste la tradición de esta delicia para el paladar y que, de ahí, diese el salto al resto del mundo. ¡Ningún español en el mundo que no pueda comer turrón en Navidad!. Pero también son conscientes de que eso es muy difícil. Sin embargo ello será posible con una sola condición: que probeis sus turrones. Una vez probados, saboreados, y disfrutados seguro que os haceis tan fieles como los clientes de siempre y entonces, con vuestra participación, habreis abierto el medio con el que conseguirlo. Así de sencillo.
La familia Gil ha hecho un gran esfuerzo por adaptarse a los nuevos tiempos, a las nuevas tecnologías sin perder ni un ápice de su característica principal: Fidelidad a la tradición. La calidad es suprema en todos los productos y la elaboración hecha con el mimo de los primeros maestros turroneros de hace siglos.
Así que si decidís que merece la pena probarlos estareis ayudando al mundo a disfrutar de la Navidad aunque las circunstancias le impidan hacerlo en su casita como sería lo deseable. Pero en la aldea global ya todo es posible, incluso comer turrón de Sebastián Gil en cualquier recóndito lugar del mundo. ¿No os parece buena idea?.
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Al club de los imposibles les va a resultar más que posible disfrutar de nuestro turrón y no tardando mucho…Claro que nos vemos en el bloggellón
María Teresa me exagera un poco. (Es que me aprecia mucho) pero claro comparar un turrón de Yema, o de trufa o el de Zaragoza con un pudding es como comparar un Jamón de Jabugo con un trozo de «panceta» curada. En fin cada cosa para su cosa.
Doy fe de que son unos turrones «delicatessen».
Los llevé de regalo a Londres para mis consuegros ingleses, las pasadas Navidades y os juro que al probarlos, tiraron a la basura (the rubbish), el pudding ingles de Navidad: «Christmas Pudding» o algo así se llama….nada comparable.
Buenísima idea desde luego.
Trataremos de probar ese maravilloso turrón que tal como lo describes debe ser manjar de ángeles.
A ver si nos vemos en el bloggellón del 19.
No te preocupes Jubi, que los de Sebastián son de mazapan blandito, otros con bizcocho, frutas, sin problemas para los dientes.
Yo quiero turrón del blando, no querría llevarlos a las vias del nuevo tranvía para escacharlos.
Lamia, ahora no te pases que lo del turrón no es ninguna necesidad vital, aunque ayer ya me comí una barrita de guirlache y estaba… ¡MALISIMA!, (casi se me escapa que deliciosa), recién hecho, fresco,crujiente, lleno de almendras, sus anisicos. ¡Qué asco!. Espero haber logrado que te salga baba como a un bull dog. ¡Soy malísimo! y me encanta. jejej
Ay michico, menos mal que esta Navidad estaré casi en mi peso objetivo y podré darme el lujo de comer un poco de turrón. Me has puesto los dientes bien largos.
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