Cultura musical y gusto personal

Amar la música y disfrutar de ella es algo más que oir una melodía más o menos pegadiza y poder tararearla en la ducha. Cada generación descubre nuevos ritmos, nuevos sonidos y nuevas vías de expresión musical que conforman finalmente una formación integral de lo que podemos llamar cultura musical.

Buscar nuevas vías de expresión y crear, es algo tan difícil que ni siquiera los autores más consagrados consiguen agradar a todos en todo momento.

Ayer me invitaron a un concierto en el Auditorio de Zaragoza con un atractivo programa que interpretaba la Joven Orquesta Nacional de España, dirigidos por la batuta de uno de nuestros grandes músicos como director invitado, Cristóbal Halffter.

Este músico ya octogenario demuestra una vitalidad y una juventud cultural impresionante en el momento que se pone sobre la tarima e inicia el ataque del primer compás. Todo fué muy bien durante la primera parte del concierto, en la que se interpretaron la Suite nº 2 de El Sombrero de tres picos (los vecinos, Danza del molinero y danza final), de M. de Falla, para continuar con su propia orquestación de la Rapsodia española para piano, Op. 70 de I. Albeniz (parte 1 y parte 2 sólo con piano ). En el descanso, las caras de los asistentes denotaban satisfacción con lo que habían escuchado, todo muy español de gran calidad y una excelente interpretación de la orquesta y la solista de piano, sobre unas melodías muy conocidas y que son parte de nuestro gusto musical general.

Pero… al escuchar De Ecos y sombras, compuesta por el propia Halffter y estrenada por la Orquesta Nacional de España el pasado mes de noviembre, el silencio más absoluto se instaló en la boca de más de uno que no sabía lo que estaba ocurriendo. Música de vanguardia creada por un señor tan mayor, y tan rara… tanto es así que en cuanto acabó muchos de los asistentes abandonaron sus butacas y huyeron despavoridos ante lo que se les presentaba.

Me quedé helado en mi butaca sin saber a qué se debía esa huida. Obviamente no podía evitar que se marcharan, con una total falta de respeto y sobre todo de educación hacia el autor. Otra cosa es que no te guste y no aplaudas, pero hacerle ese feo a un gran músico es como decirle: «me has resultado insoportable, así que ahí te quedas». Sinceramente no sé qué decir de esta gente que se considera amante de la música, ya que se supone que han pagado un abono para todos los conciertos del ciclo de otoño, y marcharse como huyendo de algún peligro no considero que sea ni respetuoso ni siquiera de buen gusto.

El propio autor había manifestado con anterioridad: «me gustaría que mi nueva obra la escuchasen sin prejuicios», y que una de las cosas fundamentales para captar la realidad es participar con el silencio. «Esto es lo que quisiera que sucediese con mi obra». Ayer lamentablemente en Zaragoza creo que no lo logró, y el silencio se transformó en un «mutis por el foro » de un cierto número de personas que con su marcha rechazaron de pleno su personal búsqueda «del eco, de la sombra, de lo que queda, y también la creación de sonoridades y luces que produzcan energía para crear mi propio eco y mi sombra en un futuro. Es una ocasión de permanecer: haré todo lo posible para que esto suceda».

La composición es tan difícil, tan compleja y tan distinta que solo con una mente limpia se puede intentar entender algo del significado de la misma y de lo que pretende transmitir. Pero si no has sido capaz de descifrar el misterio no puedes llamarte amante de la música. Es la obra de un gran señor, de un gran músico y tan vanguardista que costará mucho tiempo de análisis y de estudio para que los musicólogos sean capaces de traducirla a los meros aficionados. Pero digerirla de forma generalizada será bastante arduo para una mayoría.

Pero bueno, peor para ellos, porque se perdieron un final fantástico con otra de sus obras Tiento del primer tono y Batalla Imperial. Yo diría que empezó a construirla como si un albañil la hubiera desarrollada, comenzando con las violas, uniendo después los violonchelos, paulatinamente los bajos, el viento suave y ronco después, los óboes, para incluir a los violines bien mediada la composición. En ese momento ya todo fué un edificio en construcción donde se trabajaba a destajo y donde la percusión aportó un magnífico ejemplo de que el ruido infernal de la batalla imperial bien merecía la pena esperar a que la obra se diera por inaugurada… Esplendorosamente.

Sé que soy a veces un poco carca, y que me cuesta entender determinadas obras vanguardistas, pero ayer se escuchó a Halffter en plenitud de facultades y desde luego que salvo causas de fuerza mayor nada justificaba una retirada muy numerosa de gente que se dice amante de la música. Creo que no tienen ni idea de lo que eso significa.

Por mi parte un Bravo muy grande a Cristóbal Halffter, a la solista de piano María Ramallo y a la JONDE. Ninguno de ellos se mereció un desaire como el de irse de la sala, ni por calidad ni por música. Otra cosa es que sean unos que pasaban por allí creyendo que entraban en una disco y se encontraron con algo demasiado grande para ellos. ¡qué pena que me dieron!.

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

5 respuestas a “Cultura musical y gusto personal”

  1. Pues si supuestamente como te dije estará Cristobal halffter por encima del mal gusto y groseria de un auditorio determinado, pero aun así agradable no debe ser. De los festivales de eurovisión mejor es no hablar evidentemente, es mejor limitarse a hablar de música.

  2. Ricardo imagino que con la trayectoria de Halffter, a sus ochenta años, y con la de reconocimientos que ha recibido a lo largo de su vida, lo que pudieran sentir esta panda de «indocumentados» , le importa «una higa». A mí me impresionó la aparente «deconstrucción sonora» de una recentísima obra suya, lo cual demuestra que la edad no importa cuando se busca algo más que aportar a la música que lo que se atrevieron a llevar a Eurovisión con el chiquilicuatre. Ahí sí que me hubiera escapado, de España… y de Europa por permitírselo. 😉

  3. Hola Carlos. Yo estuve unos años viviendo en Zaragoza, aunque mi estancia alli estuvo muy centrada en trabajo, aeropuerto cuando todavia habia controladores civiles alli codo a codo con los militares españoles y americanos. El caso es que si simplemente en el barrio donde vivia llegue a tener un grupo interesante de gente conocida y como tu dices variopinta. La cerrazón mental a la que aludes está presente en casi todos los ámbitos y grupos de afición hacia lo novedoso, pero vamos en un grupo de aficionados auténticos a la música es lamentable y frecuente por desgracia. Pero lo que encuentro peor es el desprecio y desplante hacia un gran profesional y artista como halffter, evidentemente su música no es fácil para el oído neófito pero no justifica que la gente supuestamente preparada para recibirla se cierre en banda siquiera a intentarlo. Bueno también a un Saint Saens o un Stravisnky en su dia en diversas ocasiones público y critica les achacaron «defectos» como «insoportable disonancia» en su música. El arte auténtico siempre se acaba imponiendo. Lo malo es que estas actitudes indescriptibles y bastante inaceptables de la audiencia necesariamente han de minar la confianza del artista en su propia música, con todos los traumas que eso pueda conllevar y por mucho que deseen y piensen estar por encima de ello.
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  4. Ricardo, no sé muy bien si en Zaragoza ocurre tanto como eso. Al final acabas conociendo a casi todo el mundo y el público es muy variopinto. No es como los conicertos en el Real de Madrí o El Palau de Barcelona. Aquí somos de… provincias y en general los buenos espectáculos suelen estar siempre abarrotados. Pero nunca había visto lo de la otra noche. Me pareció mucho más que una grosería y falta de educación (no sólo musical). Me dió pena sobre todo por la cerrazón mental ante nuevas propuestas.
    Y como particularidad uno de los que se fueron es un gran empresario (heredero) de una enorme empresa, que fué además muy conocido en el ámbito deportivo de la ciudad. No digo quien es por respeto a los que todavía disfrutan con el deporte rey.

  5. Pues Carlos la verdad yo siempre he sospechado de la autenticidad de la supuesta afición musical de el grupo de personas que copa practicamente el acceso a las salas de conciertos, pienso que muchos de ellos son autenticos aficionados pero otros pagan sus abonos y van a los conciertos simplemente por snobismo y porque «queda bien ir»- Desde luego aquellos que se levantaron sin esperar al final cuando menos su groseria patente deja muchisimo que desear.

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