Cuando se llega a los máximos de operatividad de un aeropuerto el resultado suele ser siempre catastrófico.
En general las facturaciones de equipaje son las que se suelen llevar la peor parte, obligando a largas filas y muchas horas perdidas a pesar de la antelación con que los «presuntos» pasajeros acuden al aeropuerto.
En general las responsabilidades quedan diluidas siempre entre las compañías explotadoras y las encargadas del «handling» (servicios al avión). Estas últimas proporcionan los medios necesarios para toda la operación en tierra de un avión, gestionando la facturación, embarque, coordinación, etc. Son muchas las funciones que realizan y no siempre lo hacen en condiciones óptimas.
Por parte de los sindicatos se denuncia siempre la falta de personal para cubrir la enorme demanda durante los días de mayor tráfico aéreo. La especialización requerida para determinadas labores tampoco suele ser la adecuada, y un sinfín de causas que son responsabilidad de dichas compañías de handling.
El aeropuerto sin embargo suele quedar al margen de las críticas dado que la gestión del mismo, en principio, atiende a las propias instalaciones y servicios destinados directamente a la operación aeronaútica.
Sin embargo la responsabilidad va más allá de estos sencillos planteamientos. A pesar de que los servicios sean prestados por terceros, la labor de supervisión en cuanto a la calidad de los mismos recae sobre la dirección del aeropuerto.
En la actualidad la gestión de los aeropuertos a nivel nacional depende de AENA, que es quien establece y administra todos los requerimientos aeroportuarios dependiendo de la categoría de cada uno de ellos. En el caso de ayer ya ha tomado medidas sancionadoras contra una de las empresas responsabilizadas de una parte del desastre.
De cualquier modo tengo la impresión de que el problema latente va por otros derroteros. Desde hace mucho tiempo, por parte de la Generalitat de Cataluña, se viene reclamando la transferencia de competencias en cuanto a la gestión de los aeropuertos de la comunidad. No hay que perder de vista que uno de los sectores económicos que más dinero generan es el del transporte aéreo en todas sus vertientes, pasaje, carga, aviación general, etc. Por ello el control de un aeropuerto desde el punto de vista económico es una «perita en dulce» para los políticos y empresarios de los que depende.
Me temo que algunos estarán tan contentos de poder justificar la necesidad de un cambio en la gestión del Prat. Aunque para ello hayan tenido que «dejar» que ocurra una vez más algo para lo que ya se debería estar preparado de antemano. Al final los perjudicados siempre son los mismos.