(origen foto) de los experimentos de Murphy…
… todo son pulgas!.
Así es la vida de ingrata. Cuando te encuentras débil aún hay algo más que te puede hacer empeorar. Y no es sólo cuestión de la Ley de Murphy, que siempre demuestra que todo es susceptible de ocurrir de la peor manera posible y en el momento más inoportuno. Lo curioso de esta ley es que la estableció, en plan jocoso, un ingeniero que experimentaba con cohetes sobre rieles para las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos de América. (hay muchas leyes y corolarios al respecto)
La catastrófica situación de la economía mundial en general, y la de las compañías aéreas en particular, se ha visto duramente castigada por un suceso tan natural como la erupción de un volcán. Así que si algunas de estas compañías estaban en un difícil equilibrio contable, la suspensión de miles de vuelos no ha contibuído en absoluto a mejorar su precariedad económica. Así que lo que les faltaba…
Pero imagino que ninguno de los afectados por la cancelación de su vuelo, estará dispuesto a «regalar» a una empresa de aviación el importe de su billete, ni mucho menos obtener el resarcimiento económico por gastos de manutención y alojamiento que les corresponden al haberse visto imposibilitados de realizar un viaje que habían contratado.
Las organizaciones de consumidores avisan de los derechos de reembolso de estas cantidades, que no pueden ampararse en «causas de fuerza mayor» para no cumplir con lo establecido legalmente en este sentido. Así que ahora hay que «reclamar» y, aunque los trastornos que les haya ocasionado no tienen ya ningún remedio, al menos podrán recuperar un dinero que les pertenece por derecho. (Ver Normativa Europea)
¿Qué ocurrirá con las compañías que no tengan suficiente liquidez para afrontar esta crisis?. Puede que un volcán les haya dado la puntilla. Aunque los Estados afectados, tendrán que hacer frente a las reclamaciones de todas las compañías, a las que con el cierre del espacio aéreo por parte de las autoridades, les ha impedido cumplir con su compromiso contractual con el pasajero.
Se abre un período de demandas de todo tipo, porque lo que se juegan lamentablemente es la supervivencia de la empresa y, a los perros flacos de los trabajadores, verse abocados a llevarse la peor parte de la tostada, y encontrarse en el paro.
Vosotros decidís si renunciar a la demanda o hacer uso de vuestro legítimo derecho a recuperar el dinero.