Llegó la hora de las piscinas, de la playa y cómo no, la gente haciendo el ridículo poniéndose a una dieta que nunca será la adecuada. Ni mucho menos eficaz. Perder un par de kilos, para embutirse una talla menos es más perjudicial que comerse un pincho de tortilla de patata.
Hacer régimen no es pasar hambre, sino cambiar ciertos hábitos de conducta. sin obsesionarse recomendaría una vez más anotar en una libretita, cada cosa que nos echamos a la boca, ya sea sólida o líquida, y a la hora en la que lo hemos hecho. Con una semanita de «estudio» veremos la de excesos que cometemos. Una cervecita, con su correspondiente tapa, antes de comer. Un croissant (con toda su mantequilla y mermeladita) para «engañar» al cuerpo hasta la hora de comer. Tal vez unos trocitos de pan para rebañar la salsa tan rica que queda debajo de las tajadas…
Y para postre, algún caprichito habrá que darse, a lo mejor ese bizcocho casero que nos ha hecho la abuela, o unas fresas con bien de nata. ¡Total es fruta!.
Hacedme caso, una semana de anotaciones, no hace falta ni sumar las calorías, seguro que nos dan una cifra inimaginable y que superará aproximadamente un 40 % o más de lo que deberíamos haber tomado.
A partir de ahí se intenta reducir progresivamente todo eso que no hace ninguna falta a diario, se comienza también con un paseíto de media hora a una en función del trabajo ahora que viene el buen tiempo, cambiamos la caña por una SIN, de temtempié una pieza de fruta, los caldos de la salsa directamente al fregadero y sin darnos cuenta hemos vuelto a la talla perfecta sin ningún esfuerzo.
Una tía mía decía que le engordaban los disgustos. Claro que lo que le engordaba era que calmaba la ansiedad comiendo para postre un melón pequeño, o unos trocitos de pan para probar la salsa, y por qué no unas pataticas fritas conforme salían de la sartén. Menos mal que sólo se disgustaba tres o cuatro veces al día, así tenía excusas para darse pequeños «premios».
Tienes razón Suco, el pan y los hidratos de carbono son necesarios y se toman hasta en las dietas, moderadamente, pero se toman. Pero claro como parte de un todo. Una dieta «a pan y agua» te hace adelgazar a lo bestia.
Lo malo no es el pan, sino todo lo que llena un buen bocata… Los deportistas ya sabes que antes de grandes esfuerzos se ponen hasta las cejas de pasta, azúcares unas cuantas proteínas. El cuerpo al estar a plena exigencia de energía consumen primero el combustible de los hidratos, y azúcares, son los que antes se metabolizan. Pero si haces lo mismo que ellos y te metes directamente una paliza de «sillón ball», lo único que quemas son los cojines. 😉
A mi sobre este tema lo que más me fastidia es lo que todo el mundo dice acerca del pan; parece una creencia universal que este alimento básico engorda, y no es el (a no ser que se coma uno dos barras al día), sino todo con lo que se acompaña lo que se acumula en el organismo en forma de grasa. De hecho, hace bien poco hicieron un mini-reportaje en un canal de televisión mencionando que en los últimos años había pasado de alimento básico de nuestra dieta, a otro secundario del que muchos prescindían.