Es una pena que no os hable de este simpático animal, al que si lo ves en mar abierto te invita a nadar con ellos. En un delfinario es otra cosa, pero tienes la misma sensación expontánea de afecto hacia ellos.
Comenzaré con el origen de Delfín referido a los reyes de Francia. Pero desde ahí os relato una historia de otro delfín menos entrañable.
Cuando un empleado está destinado a grandes gestas, y es nombrado heredero directo en la linea sucesoria de renovación dictatorial (quería decir laboral), digamos que haga lo que haga siempre será con ese único fin: Acabar siendo el Delfín del dictador (vaya con el subconsciente) Director.
De los malos directores de operaciones que han existido y existirán hubo uno que nació con el cargo inscrito y registrado de manera genética, nacido para la gloria. La verdad es que con los años te importa menos el quien y más el cómo, pero al final será él y no otro el que tras la metamorfosis adecuada se convertirá en tiburón en lugar de delfín.
Que yo sepa sólo he tenido un copiloto que se negara a volar conmigo. Nunca supe muy bien por qué la verdad, porque recordarle a tu compañero de trabajo que la responsabilidad es del comandante y por tanto el que debe revisar la documentación y determinar que lo que se haya hecho está correcto o aplicar una ligera modificación es el DEBER de un buen comandante.
Eso fué un duro golpe para quien aspiraba a ser mi jefe en un futuro no muy lejano, así que directamente lloró a quien tuviera que llorarle y el niñato se libró de mí para siempre. Mejor para ambos. Nuestro desarrollo laboral siguió desde entonces senderos divergentes.
Sin embargo mi actitud hacia él fué la misma de siempre, cortesía profesional y relación personal cero. El Delfín iba creciendo, sano y lustroso; que había que saltarse el convenio para que el niño jugara con un avión nuevo, pues se saltaba como caso excepcional. Que había que despreciar a sus «presuntamente» iguales, pues se les despreciaba. La cuestión es que el delfín estaba ahí predestinado. Lo demás eran pequeñas tonterías burocráticas.
Evidentemente un delfín sin un «preceptor» que le enseñe todo lo peor que tendrá que aplicar hacia sus súbditos, no es nada. Así que se busca entre el nido de víboras que pueblan una oficina, lugar natural donde medrar para un trepa sin mando en tropa, y se elige a la más venenosa para hacerse cargo de la formación «espiritual» del sujeto.
Al delfín del que os hablo le tocó un «cuervo» como guía, un dechado de virtudes, que todo lo que tocaba lo convertía en basura sin posibilidad de reciclado. Y consiguió transmitirle el saber aplicar todo lo peor que una persona lleva dentro. La maldad que ya tenía el uno se complementaba con la astucia del otro de tal modo que se doctoró en el mando «CUM LAUDE».
Una vez nombrado Pit Bull del boss, se aplicó fielmente a su servició, mordió tobillos, atacó yugulares, y guardó las llaves del reino colgando de su pecho con un collar de pinchos. Aquí no pía nadie. Aquí mando yo. Aquí te pillo aquí te mato. ¡perfecto! ¿qué quereis que os diga?.
Sólo hay algo que nadie le enseñó a este pobre hombre: que era un hombre.
Pero claro, cuando uno tiene la desgracia de ser delfín, luego se hace tiburón, luego le convierten en perro y aspira a ser el ogro, no puede luchar contra su destino. Tal vez aún piense que puede llegar a lo más alto, quizás hasta lo consiga, pero con el cariño que le tengo le diría que a los delfines los mandan luego al acuario, a los tiburones se les da caza por temor a que te muerdan, los pit bull se vuelven a menudo contra el amo y éste acaba matándolos, y si consigue ser ogro es que entonce ha vivido un cuento.
Nota: cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Los personajes son producto de la imaginación. Los animales no son personas. Las fábulas suelen tener moraleja y esta la tendrá cuando la ficción se convierta en realidad…
Vito, en el Zoo tienes de todo, delfines, tiburones, reptiles, osos hibernando, etc. Es un buen sitio para entender a los «coincidentes laborales», y observar sus costumbres… 😉
Esta historia me da escalofrios, prefiero a Flipper.
Suso, segurísimo… tal vez. 😉
Curioso el artículo. ¿Seguro que no es real?