Vivimos inmersos en un Gran Primo social (no tengo más que un hermano).
Las cámaras llenan cualquier espacio público o privado para todo tipo de utilidades. Desde la videovigilancia, la seguridad, el tráfico, el exceso de velocidad, o incluso el Street view, son capaces de seguir el devenir de la vida diaria en cualquier ciudad del mundo.
No contentos con ello, todos nuestros ordenadores llevan ya incorporada su propia cámara para mantener videoconferencias, videochats, y contactar en vivo y en directo con los que están lejos de forma económica, si con el Skype.
Las televisiones salen a la calle a captar el pulso social en imágenes de manera que todos veamos en «pelota picada» lo que sale por la boca de un transeúnte perplejo que no suele decir más que… lo que se le ocurre, que generalmente no vale gran cosa.
Pero ocultar una cámara de tal forma que obtengamos información del protagonista involuntario de la secuencia y que pueda quedar en ridículo ante los espectadores, o mostrar el lado más oscuro de una persona a la que se le roba una intimidad de manera que no tiene defensa de la misma, es un abuso sin escrúpulos de un medio técnico que tiene mejores utilidades que esas.
Cuando además la broma que se pretende tiene un final como el del siguiente video es que hemos perdido totalmente la visión natural de la vida para convertirla en bits de insensatez.
Nota: aunque el final de la broma parece lo que parece, me da la impresión de que no es más que parte de un guión. En caso de ser cierto el desenlace… ¡Dios mío! ¿qué estamos haciendo?
CandidCameraRussianStyle
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