Estas cajas registradoras antiguas estaban expuestas en un escaparate de máquinas algo más actuales, esas que llevan peso, ticket, visor alfanumérico, y te dan el total exacto y hasta el cambio que tienes que entregar, y que a través de un lector láser registran el importe a pagar.
Llama la atención el diseño romántico de estas cajas, con unas botoneras mecánicas, en las que se llegaban a unas cantidades máximas de cobro que en el mejor de los casos era una auténtica fortuna para la época, entre 1909 y 1920.
Están adaptadas al país y a la moneda y sobre todo el acabado exterior es francamente bonito. Ahora que volvemos a contar en céntimos de Euro, también podrían ser de utilidad en una tienda «retro». En el hiper sería algo más complicado para las cajeras. Pero darían un punto romántico al pago de nuestras compras.
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