Acabo de enterarme por la prensa de un pequeño incidente el pasado viernes en el aeropuerto de Tenerife Sur (GCTS). Según cuentan en ABC, un fallo mecánico (que no precisa) obligó a abortar el despegue de un avión. Dentro de que es algo totalmente normal hay veces que por las razones que sean el sistema de Antiskid, no actúa como sería deseable, de tal forma que si alguna de las ruedas queda bloqueada durante la maniobra el resultado es que pueden reventar las que van acopladas al mismo boogie.
Ocurriera lo que ocurriese, el hecho es que hubo que cerrar la pista del aeropuerto Reina Sofía de Tenerife. Cuando, como os contaba en el antiskid, te ocurre a tí, se te queda una cara de puzzle en el que no encaja ni una pieza en su sitio. Una vez superado el trance, comienza una verdadera odisea dentro y fuera del avión.
Comienzas avisando a la torre de la incidencia, la cual activa un complejo sistema de actuaciones que garantizan la seguridad y la cordinación de los equipos de emergencias en tierra.
Lo primero que ocurre es que la pista queda cerrada mientras se consigue apartar al avión de enmedio, cosa que lleva su tiempo. Se recoge a pié de pista al pasaje para trasladarlo a la comodidad de la terminal, se tienen que eliminar los restos dispersos de caucho que hayan podido quedar desparramados por la pista, y si sólo ha sido eso, los bomberos no tendrán que intervenir para sofocar un fuego del neumático, cosa que también podría haber ocurrido.
Pero mientras sólo miramos a nuestro avión, en la torre les acabamos de plantear un pequeño lío que se resuelve más o menos de la siguiente forma:
– Avisan a todos los aviones en vuelo de la incidencia, los cuales son dirigidos a determinados puntos a hacer esperas.
– Coordinan la entrada y salida de vehículos a la pista, que normalmente no tienen por qué invadir un lugar reservado a los aviones, y por tanto se satura la frecuencia de servicio para dar instrucciones y autorizaciones a todos ellos.
– Se intenta «aproximar» el tiempo que va a afectar a los que se dirigían a aterrizar allí, siendo de inicio casi imposible precisar el momento en que se reabrirá la pista.
– Los aviones en vuelo entran en frecuencia solicitando información para poder tomar sus correspondientes decisiones, dependiendo del destino y de la cantidad de combustible disponible para aguantar haciendo esperas.
– Por lo general, en los cálculos previos al vuelo, no se puede tener en consideración este tipo de circunstancias, por lo que es más que probable que la mayoría tengan que optar por dirigirse a un aeropuerto alternativo, forzados por la nueva situación.
– Solicitan autorización para desviarse ya sea en ruta o cuando llevan un tiempo esperando y calculan que su combustible no permite más demoras a partir de un momento dado.
– El controlador de aproximación coordina de nuevo con su sector un tráfico de entrada para convertirlo en uno de salida, y en cuanto lo transfiere a otro, al pobre «pringao» de turno le pasa la bola de algo que no se esperaba tampoco.
– A determinadas horas punta la labor es de auténtico encaje de bolillos, y suerte que estén abiertos el resto de aeropuertos, o las condiciones meteorológicas son suficientes como para que cada uno elija el aeropuerto que más le convenga, si no ¡todos a una al mismo sitio!.
– Y una vez resuelto este pequeño incidente todo vuelve a la normalidad más absoluta. Salvo que a un avión le dé por irse al Hierro (poco recomendable), no por nada, porque si ya de por sí tiene alguna limitación técnica que otra, ahora con el AFIS es un aterriza como quieras…
Pues queridos amigos, esta tontería pasó el viernes en Tenerife, y os garantizo que todo lo que os he contado lo tuvieron que resolver unas personas que están ahí precisamente para eso, para ayudar a que no pase nada por una pequeña nimiedad: LOS CONTROLADORES.
LOS PILOTOS lógicamente cumplieron con su parte, unos con más combustible que otros, algunos sin demasiadas prisas pero otros con mayor urgencia dependiendo de sus remanentes. Por todos ellos, que colaboran y se entienden perfectamente a través de la radio, es por lo que hay que tener presente que detrás de un incidente hay mucho más que un retraso de un avión, que es lo único que destacaba el artículo del ABC, y todos los medios que se han hecho eco de esta «gran noticia»: demorado 28 horas. ¡Qué sabrán ellos de lo que importa en aviación!.