Se acabó la dieta mediterránea, según reflejan los nuevos hábitos alimentarios de la sociedad española, ricos en proteínas y donde la fruta y las verduras van desapareciendo de nuestra mesa de forma progresiva, mientras el temtempié de «lo que sea» permite compatibilizar el horario laboral con una nutrición desequilibrada, según refleja la encuesta nacional de ingesta dietética.
Pero el menú que os ofrezco hoy es una especie de «olla podrida» que nada tiene que ver con la tradicional y exquisita burgalesa, porque la podredumbre no está en el guiso, sino en el papel, concretamente en el BOE.
Me llegó el «soplo» de un guiso (desaguisado) en el que los componentes han creado un nuevo plato al que le aplican el rimbombante nombre de: Basque Culinary Center Fundazioa. Y ya el nombre se me empezó a atragantar, porque ni está del todo en Inglés ni se utiliza el Euskera Batúa más que como el perejil de Arguiñano, para decoración.
Eso sí, el caldo donde se cuece el plato, está constituido fundamentalmente con dinero público, y no es «moco de pavo», sino dinero líquido por un importe de 7.000.000 de Eurakos.
Pero ¿qué es o quienes forman parte de este mejunje?. Pues la carne la ponen nada más y nada menos que unos cocineros, extraordinarios sin duda, como son: Pedro Subijana, Andoni Luis Aduriz, Juan María Arzak, Martín Berasategui, Eneko Atxa, Hilario Arbelaiz y Karlos Arguiñano, y la olla está en la cooperativa Mondragón Unibertsitatea. Así que alguna sustancia tendrá este prodigio culinario.
Si con estos ingredientes, materia gris y experiencia, bien regados con dinero a espuertas, no se consigue que la «presunta» I+D+i con la que justifican este «regalito», obtenga algo digno de tanto talento, es que la cocina del Ministerio de Ciencia e Innovación no habrá pasado la correspondiente inspección del Ministerio de Sanidad Política Social e Igualdad.
No digo que tengan los armarios llenos de blatodeos (cucarachas), que acuden a donde hay comida y buenas condiciones ambientales, sino que es posible que se hayan dejado abierto un grifo donde lo que gotea es algo más que agua, y que va a parar a donde menos falta hacía.
La cocina mediterránea es extraordinaria, y hay por ahí unos cuantos cocineros más que notables cuyos nombres habría que destacar, Adrià, Ruscadella y el recientemente desaparecido Santamaría, que son del Mediterráneo y han ido un punto más allá de guisar, y han abierto nuevos caminos de la creación gastronómica para el deleite de todo el mundo.
En fin, como mandan las normas de educación en la mesa,. les deseo a todos ellos un buen PROVECHO, aunque creo que ya lo han obtenido con anterioridad…