A pesar de que entre sus títulos está el de Inmortal, habrá que ir pensando en cambiar de nombre a la que fué tambien muy noble y muy leal.
Los cambios que ha sufrido mi querida ciudad durante el Bellochismo, son de tal magnitud que lo que quede de ella será tan distinto que ya no le pega el nombre árabe de Saraqusta. Desde la ciudad Ibera (Salduie), pasando por el recuerdo de Caesar Augustus romano, al todavía vigente Zaragoza, median más de 24 siglos de historia. Y la historia continúa, así que con el tiempo podríamos estar ante el nacimiento de Bellocpólis, Juan Albertalingrado, o Belloville…
Al alcalde actual, no queremos desplazarle del sillón, aunque en las municipales haya perdido mucho fuelle, pero al que sin embargo siguen abanicando los acólitos de dos partidos que lo mantienen en la dinastía faraónica como si fuese el hijo del sol (Ra,Ra,Ra…).
Obras faraónicas desde luego que ha llevado a cabo, unas puede que necesarias, otras menos justificables, y algunas más que -si no estuviéramos en una democracia- calificaríamos de auténticas cacicadas.
EL TRANVIA de Zaragoza sigue dando que hablar, y lo que nos queda. Nos ha metido una línea ferroviaria de superficie por todo el eje norte-sur de la ciudad. La movilidad de la ciudadanía ha quedado a expensas de un único servicio en toda la zona a la que afecta. No hay más alternativa que coger una lanzadera desde diversos barrios para acercarte al tranvía. Se han eliminado diversas líneas de BUS que, sin ser perfectas, funcionaban muy bien. Y el uso del vehículo particular ha quedado para aquellos a los que les gustan las emociones fuertes. Un ejemplo: si quieres ir al centro desde la zona sur, lo primero es abrir el google maps, eliminar las zonas de obras, acordarse de los desvíos de sentido de circulación, buscar el cinturón más apretado que te aproxime a menos de un kilómetro de tu destino, y luego encuentra párking o pégale fuego al vehículo. Si además eres de los que se tienen que desplazar de punto a punto por motivos profesionales, mejor que cambies de oficio. Compadezco a los repartidores, comerciales, taxistas, etc. que no tienen más remedio que morir al palo.
Ahora comienzan ya las obras de la segunda fase de esta línea maginot, de esta trinchera que ha roto la continuidad de una ciudad antigua, cuyo trazado secular tampoco facilitaba demasiado el tráfico por el casco histórico. Aún así se podía ir desde cualquier zona de la misma hasta los confines más remotos, haciendo un transbordo de autobús o dos como mucho.
La zona de Gran Vía, ha pasado de ser una zona comercial de primera clase, a un rosario de locales vacíos, cuyos inquilinos anteriores tuvieron que cerrar la persiana porque a la crisis tuvieron que sumar la imposibilidad física de llegar ante su escaparate. Ahora el bulevar central sirve para que nadie utilice las aceras y el tranvía no les lleva nuevos clientes, sino que les disuade de bajar antes de la parada.
Con respecto al paseo de Independencia cualquiera sabe lo que les afectará, pero el sector Alfonso I, Coso Alto, y la zona del Mercado Central ya se pueden ir lavando las barbas. O mejor aún ir buscando plaguicidas contra las pulgas, por si hay por ahí algún perro flaco…
¿Queríamos una ciudad moderna?, pues ¡toma tranvía!, lo más de lo más en movilidad urbana. Que se lo digan a los miles de viajeros que han sufrido una de las «anomalías» del servicio en hora punta. Un fallo en la catenaria, un convoy parado, obligan a cerrar todo el servicio a lo largo del recorrido completo, y ya ha habido unas cuantas de este tipo. Luego se lo cuentas al jefe, que estará esperando contento.
Lo bueno de esto es que tenemos otras alternativas de desplazamiento acordes con los nuevos tiempos, bicicletas para verano e invierno, Ebro bus para ver el Azud inútil, y unas cuantas alpargatas nuevas para recuperar el paso lento de otros tiempos.
Jubi, ya dijo un señor que a España no la iba a reconocer ni su madre. Zaragoza sigue en esa línea filosófica, tan moderna ella. 🙁
Zaragoza ciudad fugaz. Si fugaz ya que cuando vuelva a pasar por muchas de sus calles a la semana de haberlas visto ya no las reconoceré y eso que cada vez me muevo más andando.
Me gustaría saber llevar un ciclomotor, hay dos en casa uno lo utiliza un hijo y el otro está de exposición, también hay una bici que nadie utiliza y yo no me atrevo a circular con ella, prefiero ir andando.
– Jubi no estaba aquí la Plaza de España?
Claro, cuando terminen las obras igual la podemos volver a ver.