Ayer vivimos una nueva «anécdota» tranviaria, en un tramo de la línea única en dirección Sur (hacia Valdespartera). Llegamos a la parada frente al Hospital Miguel Servet y el conductor del Urbos avisa de que debido a que un vehículo ha quedado inmovilizado en mitad de las vías, tendremos que esperar unos minutos a que se despeje la misma…
Caras de asombro, llamadas telefónicas, y algún que otro comentario irónico sobre la magnífica movilidad que nos proporciona este transporte «impuesto» por un Ayuntamiento a base de calzador.
Van pasando los minutos y la paciencia de algunos, la necesidad de llegar a casa, hace que el ambiente se vaya tensando algo más conforme la espera se alarga, y la falta de información se hace evidente… Hasta que aparecen un par de inspectores y un guarda de seguridad privada al servicio de TUZSA. Los buenos señores nos dicen que como no pueden prever el tiempo que transcurrirá hasta que la vía quede expedita, se ha organizado un transporte alternativo mediante un autobús que ya está en camino para recoger a los viajeros y trasladarlos hasta una parada en la que nuevamente podríamos coger un tranvía…
En efecto al cabo de unos diez minutos llega un autobús al que nos subimos entre exclamaciones, quejas, y cierta indignación por la descoordinación que se ha notado en alrededor de 40′ de demora. Justo cuando los últimos viajeros del tranvía suben al autobús, vemos asombrados que el convoy arranca y continúa su camino libremente y sin obstáculos.
Nos deja estupefactos y apretujados viendo como con un minutito que hubiera esperado podríamos haber bajado, subido, continuado normalmente sin necesidad de un nuevo transbordo posterior.
Así fué poco más o menos lo acontecido. Cada cual que saque conclusiones. Sinceramente a mí me daban cierta lástima los empleados de la empresa, que no son los responsables de estos problemas, pero que tienen que dar la cara por un servicio que no controlan ellos. Pensaba en el responsable de movilidad del Ayuntamiento, en el jefe de operaciones de TUZSA, y en toda esa gente que cómodamente en su casa, con un toque de teléfono, sienten que son importantes y que están sirviendo a la comunidad de una manera trascendental. En fin… como nos han dejado sin BUS seguiremos subiendo al tranvía. ¡Qué remedio!.