Cada día van apareciendo más datos sobre el naufragio del «Costa Discordia», más acusaciones, más víctimas desgraciadamente, y nuevos riesgos para el rescate y el vertido de combustible. Obviamente llevará mucho tiempo determinar la concatenación de hechos, las verdaderas causas y -sobre todo- la aplicación correcta o no de los procedimientos que se han de cumplir en un intento de evitar «a toda costa» que la tragedia se haga mayor.
Siempre se habla en impersonal de «la soledad del mando» ante la toma de decisiones en situaciones comprometidas. Sólo quien ha ejercido la RESPONSABILIDAD de manera que sea un servicio y no un «objetivo», quien en última instancia debe garantizar la vida de sus «colaboradores» o subordinados en momentos donde se ha de optar por «lo menos malo» ante lo inevitable, entenderá que ese MANDO se ejerce pensando sólo en el bien general, y no en el del beneficio personal.
De siempre he sentido admiración por esas personas que no sólo mandan, sino que se convierten en líderes naturales por sus cualidades profesionales y humanas. Esas cualidades muchas veces chocan con lo que los demás esperan de quien ejerce esa autoridad. No se puede ser «colega» de nadie bajo tu mando, pero sí se puede ser amigo y colaborador. Tampoco se debe ser intransigente con el error ajeno, pero no se debe permitir la ignorancia continuada y hay que corregir y enseñar aquello que esperamos como respuesta a nuestra petición de apoyo y cuando damos instrucciones concretas que exigen de ellos actuar con confianza plena en su director. En situaciones de emergencia no se puede andar buscando «consenso», solo se puede ACTUAR de manera eficaz e inmediata.
Constituir una tripulación al mando de un comandante requiere mucho más que agrupar un montón de personas bajo las órdenes del mismo. Engranar y ajustar voluntades a la decisión del capitán, requiere de muchas horas de comunicación entre todos ellos. Hay que entrenar y practicar la mejor manera de coordinar actuaciones individuales como parte esencial de un todo, pensando en que cada uno tiene una gran misión por aparentemente sencilla que sea, y que de cada una de ellas depende el resultado final de la obra.
Nadie imaginaría una orquesta sinfónica sin director, ni un director es toda la orquesta. Desde el primer violín al último percusionista (que es posible que toque un par de veces el triángulo en una obra), todos interpretan la misma partitura desde el primer compás. El director marca los tiempos, decide la intensidad y trata de sacar el alma de quien compuso la pieza. Pero sólo será arte cuando entre todos consigan emocionar con lo que antes de su actuación eran manchas de tinta en un pentagrama.
Ser comandante -o capitán- es más que tener el mando, es tener la responsabilidad y la dirección, es exigirse a sí mismo más del cien por cien en todo y ser más humilde que el resto a la hora de juzgar nuestros propios aciertos que dependen de ellos. Es saber que somos falibles y por tanto abiertos a las correcciones que nos transmiten los que nos siguen en la escala de mando.
Cuando por primera vez descubrí lo que es la psicología aplicada a la gestión de los «Recursos humanos» (CRM), qué técnicas hay para mejorar la comunicación (Análisis Transaccional), cómo son y qué cualidades tiene que tener alguien para asumir un liderazgo, entré en un mundo fascinante en el que todavía sigo descubriendo aspectos sorprendentes y que estaban en mi cabeza de una forma «arbitraria» e intuitiva.
He descubierto personas extraordinarias que aportan saberes variados en algo tan complejo como el SER HUMANO, que es en definitiva el que integra en sí mismo lo mejor (también lo peor) de esa condición. Así que hay que meterse de lleno en la Filosofía y ver cómo ha ido evolucionando el concepto de dicho ser a lo largo de las distintas escuelas y según las diferentes culturas, religiones y épocas.
Vivimos en un mundo altamente tecnificado, donde cada vez más confiamos en la memoria digital, en el que el lenguaje hombre-máquina tiene desgraciadamente más peso que el «de hombre a hombre». Y sin embargo, al final, lo que cuenta es precisamente eso, LA COMUNICACION entre iguales, la COLABORACION ciega, la DISCIPLINA y la buena DISPOSICION de todos bajo una DIRECCION adecuada. Y eso se consigue de una manera nada fácil para un verdadero JEFE: «Ganándose el respeto y el afecto de todos». Porque si no al final sí que estás SOLO.
P.S. Ahora el capitán del Crucero está definitivamente solo, y su propia empresa se vuelve contra él, como parte afectada. Por ello, cuando un capitán de barco o avión, asuma riesgos «impuestos» por su propia compañía, que sepa que nadie estará con él cuando se tuerzan las cosas, y que entonces será verdad aquello de que: «o estás conmigo o contra mí». Y eso a los pilotos nos ha ocurrido siempre…
Antonio Posted on Excelente potruespa y oportunidad. Estaría fantástico encontrarse con más empresas tratando de motivar este mercado, que creo está en auge y crecimiento. Felicitaciones!
Sí. Por desgracia una carrera puede medir las habilidades que ese tipo tenga para llevar un barco no su espíritu de liderazgo o actitud en circunstancias adversas.
Línea oscura, desde mi atalaya observo lo que va saliendo al respecto. Y tiene demasiados indicios de que este capitán no respondía al perfil que he intentado plasmar en el artículo.
Lo cual me hace pensar siempre en que NO TODO EL MUNDO es capaz de asumir esa carga con todo lo que conlleva. Desgraciadamente luego no hay vuelta atrás… 🙁
Primero, el capitán del Concordia afirmó que se cayó sobre una lancha. Ahora ha jurado que la moldava era su prima…