El amor a los animales es algo encomiable siempre y cuando sepamos darlo a aquellos que se lo merecen. Las redes sociales nos muestran infinidad de animales de compañía (incluido el pulpo) que hacen que sus dueños los exhiban orgullosos para compartir esa felicidad que les transmiten con su compañía y fidelidad.
Pero yo voy a hablar hoy de otros «perros» que sólo han ido cambiando de collar, y que además no pertenecen a la familia de los cánidos«.
Después de dos años de ataques «preventivos», de acoso y derribo, de militarización y despropósitos varios, el Ministerio de Fomento sólo ha cambiado algunos collares y tratan de ofrecer el mismo hueso a otro perro. Cada vez que veo un titular relacionado con la aviación, cuando me arrojan el hueso roído por millones de dientes carroñeros, me entran unas náuseas que difícilmente puedo controlar.
Cuando la inmensa mayoría de «gacetilleros», corresponsales, correveidiles y redactores de distintos pelajes, clamaban al cielo por el cierre del espacio aéreo español, con el perjuicio causado a millones de viajeros, con los desorbitados sueldos que «presuntamente» ganaban todos y cada uno de los controladores aéreos de este país, casi nadie tuvo la honestidad suficiente como para contrastar los datos que escupía un «brillante» MENISTRO y, directamente, se arrojó a la hoguera a todo un grupo profesional que llevaba años tratando de preservar algo que ya ha quedado relegado a un papel secundario. Apenas unos pocos tenían claro lo que es el concepto de SEGURIDAD.
Ahora que aquél infausto ministro, también «presuntamente» metido en turbios asuntos de dinero, ha desaparecido de la escena pública, es cuando empiezan a salir resoluciones favorables a las denuncias que interpusieron nuestros controladores tras verse despojados de más de un derecho, pero en primer lugar de la presunción de inocencia. Ahora y muy poquito a poco, con cuentagotas casi, salen informaciones de cómo se había planificado la estrategia y cómo se llevó a cabo el cuaderno de ruta ya previsto con mucha antelación. En Febrero de 2010 publiqué un documento al que califiqué de «apócrifo» y que puede que fuera algo más de lo que aparenta…
Ahora tenemos de nuevo una situación dramática y llena de incertidumbres, con el próximo despido de más de 4500 empleados de Iberia, con la drástica eliminación de flotas, de destinos, y con la más que probable desaparición de una gran compañía fagocitada por IAG.
Ni qué decir tiene que no he visto síntomas de mejoría en el Ministerio. Aún es más podría decir que casi estamos peor que antes debido a la inminencia de la consumación de los hechos. Y a nivel oficial, nadie da una explicación adecuada a las circunstancias. Teóricamente es una empresa privada, pero en ese capital hay una gran cantidad de acciones en manos de lo que fueron cajas de ahorros, con participación estatal. Nadie se explica ni explica el porqué AENA consiguió aumentar a unos 14.000 millones de euros su deuda, y ahora quiere taparla «cediendo» la explotación de la T4 a terceros. Tampoco cumplieron con aquello de que tras reducir el sueldo de los controladores bajarían las tasas aéreas, sino que aumentaron de manera desproporcionada y agravaron todavía más la crisis de todo el sector. Y no hablemos de la subida del precio del carburante, gravada con unos impuestos que si te atreves a echar un par de kilos más no tienes saldo en la tarjeta.
Cuando veo a los responsables políticos en rueda de prensa, dando circunloquios, avalando una actuación que según ellos es necesaria por muy dura que sea, cortando las alas de aquellos que querrían seguir volando a pesar de todos los pesares, me quedo inmóvil, observando directamente la cara (dura) de unos y otros y me doy cuenta de que nada ha cambiado y que sigue siendo una cuestión de cambio de collares en el cuello de los mismos perros (falderos).