La mejor forma de comenzar un año es diferente para cada uno de nosotros. A mí me parece oportuno dedicarle los primeros momentos de actividad a dejar un pequeño esquema de cómo afrontarlo de una manera práctica.
Dejo ya de lado las buenas intenciones y deseos, que tan prolijamente hemos ido desparramando hacia los que queremos. Eran buenos deseos, magníficas intenciones y casi siempre sinceras.
Pero desde «ya mismo» hay que poner en práctica todo aquello que hemos deseado.
Si has deseado que alguien encuentre trabajo, hazte emprendedor y trata de crear ese puesto que le deseas.
Si has deseado PAZ, empieza por crearla a tu alrededor, olvida disputas y ponte en el lado del otro, tratando de entender un punto de vista diferente al tuyo. Tal vez el interlocutor no esté tan equivocado.
Si has deseado AMOR, refuerza el que tienes más a mano. Con un beso y una mirada limpia se dice todo lo que las palabras no son capaces de transmitir.
Si has deseado DINERO… alla tú, pero la confianza en un golpe de suerte no es nada.
No hay nada nuevo por haber cambiado la cifra en los calendarios. No hay misterios, no hay pociones mágicas, no hay que ESPERAR que las cosas vengan hacia nosotros de manera ESPECIAL.
Seguimos siendo los mismos, seguimos siendo el motor del mundo y nuestro mundo es muy grande, porque dentro de cada uno es donde está el misterioso PODER que nos lleva allá donde queramos.
«La alegría de vivir es el más grande poder cósmico» (Theilhard de Chardin)
Os dejo con una fábula que os descubrirá por donde hay que empezar la búsqueda:
FÁBULA DE DÓNDE LOS DIOSES ESCONDIERON LA FELICIDAD
Al principio de los tiempos, los dioses se reunieron para crear al hombre y a la mujer. Lo hicieron a su imagen y semejanza, pero uno de ellos dijo:
-Un momento, si vamos a crearlos a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro y una fuerza e inteligencia igual a la nuestra. Debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de lo contrario estaremos creando nuevos dioses.
Después de mucho pensar, uno de ellos dijo:
– Ya sé, vamos a quitarles la felicidad.
– Pero donde vamos a esconderla. – Respondió otro.
– Vamos a esconderla en la cima de la montaña más alta del mundo.
– No creo que sea una buena idea, con su fuerza acabarán por encontrarla.
– Entonces… podemos esconderla en el fondo del océano.
– No, recuerda que les daremos inteligencia, con la cual, tarde o temprano construirán una maquina que pueda descender a las profundidades del océano.
– ¿Por qué no la escondemos en otro planeta que no sea la tierra?
– Tampoco creo que sea buena idea, porque llegará un día que desarrollarán una tecnología que les permita viajar a otros planetas. Entonces conseguirán la felicidad y serán iguales a nosotros.
Uno de los dioses, que había permanecido en silencio todo el tiempo y había escuchado con interés las ideas propuestas por los demás dijo:
– Creo saber el lugar perfecto para esconder la felicidad, donde nunca la encuentren.
Todos le miraron asombrados y le preguntaron:
– ¿Dónde?
– La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.
Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin darse cuenta que la lleva consigo.
nov12 a1Pero cue1ntas horas os pegais con el mf3vil! Y yo traadnto de ver alguna serie mateme1tica menos mal que no he perdido mucho tiempo, jjajaa#Rufo: tu respuesta la mejor, jajajaja
Troi content pour le vôtre election! Feliz año!!
“Chin-Chin”, Feliz Año Nuevo.
Está claro que en Zaragoza no estás, encima de tu cabeza aparece la indicación de una parada de metro. ¿o es que ya se han terminado la instalaciones del tranvía y ahora empezamos a montar un metro, para orgullo y regocijo de Belloch?
Siempre nos quedará París, jubi…