Tratan de llevarnos como borregos hacia el autoempleo, hacia el bricolaje laboral, ¡hágaselo usted mismo!. Pero no, no es lo mismo hacer una chapuza en casa, dejar un cuadro torcido en la pared, perforar un muro hasta la casa del vecino y llamar al «pseudo-profesional» que cobra en B, C y D para que arregle un grifo que gotea o te pinte una habitación en verde pistacho.
El drama del paro en este país no se arregla únicamente a base de emprender y meter la pata en aquello que desconoces. Cada día alguien se decide a abrir un bar, una «pelu», o una tienda de pan «precocinado», da lo mismo, la cuestión es que desde fuera del escaparate ya «intuyes» que la duración de ese pequeño negocio va a ser tan efímera como ruinosa para el «en-prendedor». Está abocado al fracaso mucho antes de haberse decidido.
Me canso de ver campañas institucionales fomentando la idea de que cualquiera, con una buena idea, con mucho esfuerzo y un poquito de apoyo financiero es capaz de montar su propio negocio y al menos crearse un puesto de trabajo. ¡Falso!.
A título personal puedo decir que ideas no me han faltado, algunas de ellas -más o menos similares- han funcionado en otras manos, y cada vez que he tratado de desarrollar un proyecto empresarial me he encontrado con un problema latente al que nunca daba solución: ¡me falta el caracter de emprendedor!
He buscado asesoramiento, he elaborado planes de viabilidad, he estructurado la idea en fases, he echado cuentas y siempre me salían rosarios, y al final de todo el proceso hasta tomar la decisión sensata de no llevarlo a cabo, ha quedado reducido a un período de reflexión en el que el beneficio obtenido ha sido, una vez más, aprender algo que hasta entonces ignorabas.
No digo que todos seamos iguales, que muchos de vosotros tengais las capacidades necesarias para poder afrontar el reto de crear empresas, que dediqueis el esfuerzo a dar nuevas oportunidades de vida, pero antes que nada hay que valorar el precio personal que estás dispuesto a pagar, las renuncias a las que te vas a tener que acostumbrar, si eres capaz de morir de éxito o sobrevivir a un fracaso… Hay que conocerse a sí mismo para afrontar una lucha con las herramientas adecuadasy más eficientes para que el proyecto sea viable y consigamos el objetivo marcado muy claramente desde el inicio, de lo contrario corremos el riesgo de malgastar nuestras fuerzas en un empeño que no tiene ninguna probabilidad de funcionar. Contar tan solo con ILUSION y ESFUERZO no garantiza nada, y confiar en la SUERTE es sólo útil para los juegos de azar.
Un magnífico trabajador, no tiene por qué ser un buen jefe de equipo, un sabio no tiene por qué saber dar una buena clase, un buen vendedor no es nadie si no tiene comprador, y así sucesivamente.
En tiempos como los que vivimos la imaginación, las ideas y los sueños se disparan como fuegos artificiales. Eso es bueno para todos que mantenemos la ILUSION de cambiar nuestra forma de vida, de mejorar como personas y de darnos nuevos enfoques para seguir «peleando» por la supervicencia, pero la OBJETIVIDAD debe ponernos las cosas claras para no cegarnos con quimeras.
Si eres en realidad EMPRENDEDOR nada ni nadie podrá impedirte jamás lograr lo que de verdad te has propuesto, pero el trayecto inverso, el del trabajador que se tiene que convertir en empresario «porque no hay otra», es un camino que muchas veces es intransitable porque no sabemos cómo hay que recorrerlo.
¡SUERTE A LOS EMPRENDEDORES!.
Y ya que me pongo, os recuerdo que estamos ya inmersos en la nueva temporada de Turrón de Navidad, y que desde TURRONES SEBASTIAN GIL estamos luchando por mantener viva una tradición familiar que se emprendió como empresa hace muchísimos años y en la que la adaptación a la tecnología de la comunicación, la venta On-line, y la magia de la Navidad hacen posible que se mantenga en pie todavía.
muy bien por turrones sebastian gil!!!! 🙂
danke Jio