Viendo estos días los catastroficos resultados de las lluvias en Tenerife, Andalucía o Madeira no me cabe otra que lamentar las pérdidas humanas y las materiales de gentes mayoritariamente humildes, que sufren las consecuencias de actuaciones contra las que no tienen ningún control. Podríamos decir que son la «carne de cañón» de las políticas del suelo.
Mis condolencias a todos los familiares y amigos de las víctimas y mi solidaridad con los que han perdido todo el esfuerzo de una vida de sequía, disuelto en una avenida de agua… ¡previsible!.
Los lechos de los ríos son algo más que el hilillo de agua que discurre en épocas de estiaje en algunos de los de nuestras cuencas. Son también más que los sotos de ribera y las huertas en las que se depositan anualmente toneladas de sedimento tras la inundación. Ello las hace más fértiles, pero también más expuestas a ser engullidas, año tras año, por lo que inicialmente sería el terreno más óptimo que vuelve a desaparece bajo el agua.
Hablamos de los Monzones con un distanciamiento lógico, considerando que el sudeste asiático es pobre, y por tanto esa pobre gente no tiene más recurso que «morir al palo» y rezar a los dioses para que su miserable condición les permita sobrevivir a estos desastres. El Nilo también nos queda lejos, y antes de construirse la presa de Assuan, la alternancia entre inundación y caudal pobre era una constante eternamente repetida.
Pero cuando lo que se inunda son nuestros campos, nuestras casas, nuestras gentes… nos salta la vena gorda y nos ponemos a clamar contra todos los cielos… sin saber que la naturaleza obra a su antojo y que hay desgracias previsibles y, por tanto, evitables.
Claro que algunas soluciones como las que pretenden defender a Zaragoza de estos imparables fenómenos habrá que ver si realmente no son más que vanos intentos, que a la larga causen mayores perjuicios que beneficios. Igualmente en Logroño.
Las posibles zonas de inundación están perfectamente estudiadas y analizadas por parte de los científicos (geógrafos, geólogos, hidrogeólogos, meteorólogos, etc.) cuyos informes técnicos suelen ser «ignorados», cuando no ocultados, para recalificar terrenos en los que especular un poco más todavía. Edificar en zonas inundables sólo tienen un final lógico. Pero claro, a veces los propios interesados no tienen más alternativa que construirse una casita «ilegal» en cualquier zona, allá donde su propio cauce vital les ha dejado, y esperar que al cabo de los años la ley les ampare y puedan considerar la zona urbana pagando la correspondiente sanción.
Pero no sólo se construye en los cauces, sino también en laderas de monte, junto a torrentes naturales o incluso dentro de ellos. Ahí nadie puede parar la furia de las aguas, ya que mientras en las zonas bajas el agua «se ve venir», en los taludes casi verticales el agua viene de golpe, en tromba. (Aún nos duele recordar el camping de Biescas, cuyo emplazamiento fué el determinante de la gran tragedia).
En Canarias, por ejemplo, se puede apreciar cómo se excavan infinidad de bajos-montes, se dinamitan las rocas, se pone un muro de contención, y se «empotra» un hotel o un megaedificio de apartamentos para tener vistas al mar… No importa nada que no sea sacar terreno de donde no lo hay. En cuanto llueve más de lo «debido» los desprendimientos lógicos llegan casi inmediatamente. Si además la característica geológica de la zona no es estable, se llega al corrimiento de una gran placa de tierra que acaba sepultando materialmente todo lo que no debería haber estado ahí.
Y entonces ¿qué podemos hacer?… lamentar lo sucedido y ayudar a las víctimas a recuperar su vida cotidiana, a merced de una nueva tormenta. Aquí sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena…
Lo leí hace un tiempo… y es una de esas cosas en las que hasta que no pasa lo que tiene que pasar, nadie toma medidas preventivas. Y luego a lamentarse en la Tele con cara de circunspectos. política de alto nivel… de las aguas!
Mi pésame a los familiares de los fallecidos.
Biescas, yo pasaba por allí acompañado por mi mujer y no quise quedarme en el camping ya que por lo que estaba lloviendo, me temía un desprendimiento en algún sitio entre Biescas y Broto (teníamos allí a dos de nuestros hijos). pero si tienes tiempo y ganas los pormenores los publiqué aquí:
http://www.unjubilado.info/2007/08/07/hoy-hace-11-anos/
Abi E, la ambición, el afán a corto plazo, la necesidad ajena,… todo hace que se pervierta el sentido de «bien común» para transformarlo en «negocio particular». Pero a los responsables de estos desastres nadie les pedirá nunca firmeza y caracter. Lástima que ni siquiera se sientan responsables de estos actos criminales. 🙁
Por alguna extraña razón siempre paga el pato el que menos culpa tiene, siempre ha sido así, sigue siendo así y seguirá siendo así si nadie lo remedia y vamos camino de que no se remedie porque no hay interés. Simplente los que tienen en su mano cambiar el rumbo de las cosas, les da igual, porque ellos siempre salen ganando con estas catástrofes.
Me uno a las condolencias.
Un abrazo
el lio de Abi