Creía haber visto casi toda la miseria empresarial, amparada en una «simple» crisis económica, pero cada día la realidad supera ampliamente a la imaginación más fértil.
Estoy cansado de digerir basura, de tratar con personas miserables que se guarecen tras una mesa de despacho, de ver gente subir a trenes que sólo conducen a su propia extinción pensando que tras el viaje su trabajo les hará más dignos y más libres: «Arbeit macht frei» (El trabajo os hará libres… como rezaban los campos de exterminio dando la bienvenida).
Cuando la aviación era algo a lo que muy pocos tenían acceso, en un tiempo en que un pasaje para el vuelo sólo podían pagarlo unos cuantos miembros de las clases más adineradas, y que además imprimía marchamo de valentía por hacer algo tan arriesgado como viajar en avión, hasta la actual, en la que un vuelo de bajo coste -en muchas ocasiones- resulta más económico que ir en taxi al aeropuerto, hemos recorrido demasiados trechos sin apenas transición entre baremos. Tal vez sólo persiste el riesgo del viaje en determinadas compañías, aunque no son exclusivamente las susodichas las únicas que practican el ahorro en materia de prevención y/o SEGURIDAD.
Hemos pasado de que hacerse piloto era un sueño difícil de realizar, a que una formación exclusivamente privada y muy cara, suponga en muchas ocasiones una renuncia por falta de medios económicos para intentarlo siquiera. Una vez visto aquello se fue más allá y ahora las compañías exigen que sus pilotos vayan ya con su Habilitación de Tipo también obtenida de manera particular, cuando de siempre era un compromiso de permanencia como empleado como se amortizaba la inversión en esa licencia para volar un avión en concreto.
Y nadie dijo nada…
Después Blanco arremetió contra los controladores aéreos y se abrió la veda para la formación privada de los ATC (Controladores de Tráfico Aéreo), y se hicieron de nuevo las cuentas…
Y nadie dijo nada…
Mucho antes habían posibilitado la formación de azafatas o auxiliares de vuelo y los reconvirtieron en TCP (Tripulante de cabina de pasajeros), también pagando su formación en centros privados, y después… ¡allá te las apañes! con la oferta y la demanda.
Tampoco nadie dijo nada…
Ahora andamos ya en un nuevo modelo de trabajador aéreo, que no sólo «ha invertido» en su formación su propio capital y su esfuerzo, llegando a una puerta a pedir trabajo con el Kit completo y listo para volar, sino que en determinada compañía (que ni siquiera es low cost), que además es española, de capital español, y que luce unas siglas que no merece, se permite cobrar el uniforme que habrá de vestir por, imperativo y norma interna, durante un contrato temporal que en primera instancia nunca supera los seis meses de duración…
Y seguimos sin decir nada…