Antes de que se generalizase el uso de los e-mails, de los Messenger, foros, blogs y demás sistemas de comunicación via Internet, el correo era la única manera de mantenernos en contacto con nuestros seres queridos y cómo no con nuestros «queridos bancos». Hoy practicamente todo lo que llega a nuestros buzones es información «bancaria» y generalmente para recordarnos, con frecuencia, la cantidad de dinero que todavía les debemos.
A los carteros apenas los reconocemos por sus «vespas» amarillas puesto que han perdido el uniforme con gorra y su «maletón» repleto de cartas.
El proceso de envío-recepción de noticias era largo y a veces las cartas tardaban una eternidad en llegar a su destinatario, sobre todo si, como en los años «cincuenta», iban destinadas a un español emigrante o exiliado. Ahora estamos «al día» de quien o de lo que nos interesa en tiempo real, lo cual es un gran adelanto. Pero se ha perdido algo (todo) el romanticismo que tenía recibir una carta de manos del cartero.
En Zaragoza los niños demostrábamos nuestro valor introduciendo las manos dentro de las fauces del León de Correos. Y la metíamos hasta el codo para asegurarnos de que nuestra carta a los Reyes Magos había llegado al «buche» del monstruo, no fuera que se le atragantase y fuera a escupirla, perdiendo la oportunidad de informar a SS.MM. de nuestros deseos.
Vaya por los carteros antiguos, aquellos tan deseados y que servían de enlace entre la gente.
Os informo que Correos va a dotar a sus empleados repartidores 8en principio, no a todos) de vehículos ecológicos (supongo que eléctrico) y a otros de bicis. BIEN POR CORREOS
Aún puedo recordar el miedo que sentía en la antesala de las navidades cuando tenía que introducir la carta de los Reyes Magos en aquel buzón tan amenazante.