Hace unos días que una familiar (Mª Carmen) nos relataba sus dolores y sus ataques de artritis. Es todavía una mujer joven, con una vida sana y a la que ésta enfermedad articular le deja de vez en cuando hecha polvo, casi sin poder moverse, ya que tan pronto le afecta a un hombro como al tobillo, o la rodilla.
Afortunadamente fué diagnosticada corectamente tras un rosario de pruebas con método científico (prueba-error). Infiltraciones, tendinitis, rehabilitación, masajes, etc… sin mejoría notoria.
Ahora está «relativamente» bien y tomando la medicación adecuada, por lo que los síntomas dolorosos son menos intensos y quizás menos frecuentes, pero siguen ahí agazapados y dispuestos a atacar cuando menos se les espera.
No es la única que padece esta molesta y dolorosa enfermedad, pero al que le toca sufrirla sabe que por ahora es muy probable que se transforme en crónica. Aunque hay quien ofrece «alivio» con terapias y determinadas actitudes personales.
Como no pretendo otra cosa que hacer sonreír un poquito a aquellos que la padecen, lo mejor es hacerlo mediante un chiste que me han mandado. Creo que hacer diagnósticos improvisados de algo tan doloroso es una frivolidad…
«Un borracho que olía a orujo puro por los 4 costados se sube a un autobús y se sienta con su roñoso bolso y un periódico viejo al lado de un cura. Saca una petaca con orujo barato y se toma lo que queda de un solo trago. Satisfecho agarra el periódico y se pone a leer.El cura finge que el borracho no existe y disimula su incomodidad.
Al rato, el borracho se le queda mirando al cura y le pregunta:
– Oiga Padre, ¿Puede decirme qué carajo causa la artritis?
El cura molesto, le responde en tono sarcástico:
– Ciertamente la vida profana, el andar frecuentando mujeres mundanas, los excesos con el tabaco y la bebida, en especial el alcohol; esas borracheras que terminan en noches de putas… y muchas más de esas basuras y porquerías…
– Coooooño, vaya mieeeeerda!!!! responde el borracho volviendo a su lectura.
El cura al rato, pensando en lo que le dijo al pobre infeliz, se conduele y decide disculparse y le dice en tono comprensivo:
– Disculpe usted, no quise ser tan rudo hijo mío pero….. ¿desde cuándo sufre de artritis?
– Yoooo??? no jorobe padre, a mi no me pasa nada!!!… solo estaba leyendo este artículo del periódico que dice que el Papa sufre de artritis desde hace varios años.»
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