Ave Caesar…

Morituri te salutant.

No hablo de gladiadores en la época actual, aunque bien podríamos serlo, sin armas y sin combates sangrientos, pero estamos en una brutal contienda contra un enemigo gigantesco a pesar de su tamaño microscópico. Sí Peter & Paul, sí, el COVID-19, ese que mataba menos que los machistas, a los que la cantidad no les exime de ser tan miserables y detestables como algunos que se las iban dando de perdona vidas» y «arregla mundos».

La ciudadanía española, una vez más, está dando muestras de su grandeza, de su solidaridad y su entrega al bien común, con una actitud mayoritariamente cívica y proporcional a la magnitud del peligro que nos amenaza a todos, sin excepción, empezando por vuestras esposas. No nos alegramos por ello, bien al contrario, les deseamos que superen la afección de una manera total y sin secuelas, al igual que la de todos esos miles de compatriotas que ya han contraído la enfermedad. Pero muchos otros no han sobrevivido y unos cuantos más tampoco lo lograremos (me incluyo a pesar de no tener por el momento ningún signo ni actividad de riesgo inmediato). Y no nos alegramos, porque somos buena gente, y estamos de acuerdo con lo que dice nuestra Constitución en su:

Título preliminar

Artículo 1
  1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
  2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
  3. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria.

Teneis mucha suerte de estar en este país al que demostrais tan poco respeto como cariño, ofendeis al Rey y con él al resto de españoles, defendeis a aquellos que luchan contra el Estado democráticamente establecido, y ayudais a que quienes atententan contra él campeen en libertad, bien por Bruselas, o saliendo de la prisión de Lledoners a darse un garbeo por la Universidad o a sus labores sediciosas… Años atrás, allá por la revolución francesa en 1789, se os habría juzgado y sentenciado de acuerdo a la piadosa máquina que recomendó utilizar Joseph Ignace Guillotin, quien a pesar de estar contra la pena de muerte quería evitar sufrimientos a los condenados. ¿Paradójico verdad?.

Ahora la mayoría de ciudadanos que nos encontramos recluídos para aliviar vuestra irresponsabilidad, no os vamos a molestar, para ello nos habeis confinado en casa, a otros en hospitales y residencias de ancianos, pronto llenaremos de afectados los hoteles ahora vacíos y sin huéspedes y mientras tanto vosotros incumpliendo con una insensatez extrema la cuarentena que habeis propugnado para los demás y seguir llenando los panfletos (antiguamente noticiarios, y más antiguamente los partes de noticias) televisivos, en un «speakers corner» en el que solo hay falsedades y ganas de protagonismo.

Me avergüenzo de aquellos que nos invitaban recientemente a salir a la calle a expresar nuestro rechazo a los crímenes de unos desalmados, mientras ellos (a sabiendas «presuntamente» de lo que se jugaban los participantes) se parecían a quienes dirigían el embarque de millones de personas hacia los campos de exterminio nazis.

Tenemos el frente de batalla a unos pocos metros de casa, tal vez incluso dentro de ella, porque tenemos que salir a comprar, porque nuestros sanitarios en muchos casos son parte de ese hogar que ahora ya no parece tan dulce, y no podemos ni darles un beso de buenas noches. No podemos hacer nada más que procurar no contagiarnos ni contagiar a los demás, por solidaridad, empatía, amor o sensatez. Cualquier razón es SUFICIENTE Y NECESARIA para quedarse en casa, lo que haga falta, pero algún día no muy lejano volveremos a salir a la calle. Y cuando los españoles se «echan a la calle» no hay dios que los pare. Aquellos de ¡Santiago y cierra España! que lo gritaron durante la Reconquista, y posteriormente en Flandes y todo el Mediterráneo, que fueron temibles y temidos, son nuestros antepasados, y no somos exactamente como fueron ellos, pero algo de sangre nos queda en el cuerpo.

No temais que no llevamos otras armas que papel, tenemos unas cajas transparentes con una rajita en la tapa superior, y eso os tiene que vacunar muy pronto de la enfermedad tan grave que padeceis de odio a España y a sus soberanos. Sí el pueblo es el soberano y ha delegado su representación en la figura del Rey Felipe VI.

Me importa muy poco la forma que tenga nuestro Estado, pero no os voy a perdonar todo aquello que nos habeis robado durante este forzoso aislamiento. En primer lugar por los que ya se han ido, y por los que se irán o nos iremos al otro barrio. Por habernos hipotecado ante el separatismo más radical e intolerante con un lastre mental que les impide cualquier razonamiento o reflexión juiciosos. Por no poder visitar a nuestras familias, padres, hermanos, hijos, ni a nuestros amigos o vecinos. Ni siquiera podemos velarles o darles el último adiós, ni hacerles más llevadero el último viaje a quienes la muerte les ha llegado a traición. Porque mi hijo está casi en las antípodas y hemos tenido que renunciar a un viaje totalmente preparado para poder verlo tras ocho meses de ausencia. Porque mi hija y su novio son médicos y al igual que muchísimos compañeros de la sanidad están expuestos a diario en primera línea de frente. Y porque todos aquellos que velan por nuestra seguridad, alimentación, servicios etc. lo hacen con entrega y riesgo de su salud. NADA DE ESTO TIENE PERDON.

El día que salgamos a la calle, probablemente lo primero que hagamos sea ir a ver a nuestros seres queridos y abrazarles, besarles y demostrarles todo nuestro amor y cariño. Yo probablemente abrace a cualquiera con el que me cruce por debajo del metro de distancia. Quedaremos a celebrarlo con quien sea, pero después… allá donde se puedan esconder las ratas si es necesario, buscaremos a los culpables de estos lamentables hechos, y con la fuerza más democrática y contundente que tiene todo un pueblo, os daremos una lección más de quienes son toda esa gente a la que despreciais, engañais y robais.

Ahora id y llamadme FACHA. Ya no me importais nada pedazo de ¡CABRONES!.

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Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

14 respuestas a “Ave Caesar…”

  1. Buenos días a todos.
    Carlos, muchísimas gracias por todo, por el Foro, tus artículos…..¡ por todo !. Consigues que en en situaciones durísimas , y ésta es de las peores, nos sintamos protegidos, apoyados…… es tener amistades a las que nunca veremos pero que están ahí para darnos alientos , animarnos…..
    De nuevo….¡¡¡ muchísimas gracias !!!
    Salud para todos

  2. Pepita.
    Tal como digo en el foro, solo queda decir Amen a su articulo.
    Mucho animo, mucha esperanza, mi deseo de salud para todos y el inmenso agradecimiento a los sanitarios que nos cuidan corriendo tanto riesgo junto a a los que van llevando la columna de nuestra Nación facilitando limpieza, alimentación, transportes, medicinas, etc, etc.
    Saludos. ¡¡RESISTIREMOS!!

    • Ya lo estamos haciendo…
      DE AQUELLOS POLVOS VIENEN ESTOS LODOS
      Tipo: Refrán
      Ideas clave: Desgracia – Error – Causa y efecto
      Significado: La mayor parte de los males que se padecen son la consecuencia de descuidos, errores o desórdenes previos, e incluso de hechos aparentemente poco importantes.

      Fuentes: Correas1627 D129

  3. Ave Cesar, los que van a morir te saludan
    Me ha gustado tu artículo, querría aguantar, no se si lo conseguiré, más de tres cuartos de siglo a mis espaldas son muchos años y además empiezan a decir que hay prioridades para ocupar las UCIs, (los médicos de los principales hospitales eligen qué pacientes tienen más posibilidades de sobrevivir para enfocar hacia ellos todos los esfuerzos), aguanto lo que puedo en casa, pero tengo que salir a comprar alimentos, a por medicación, en la urbanización donde vivo hay un vecino que se ha ofrecido a ayudar.
    Espero volver a volar contigo, aunque sea de manera virtual.
    Un saludo desde un metro, por lo menos.

    • Bravo Emilio. Siempre has sido mucho más joven que la edad que dices tener. Espero que los demás de tus seres queridos estén tan bien como tú y desde luego que considero al jubilado como más que un amigo virtual. Un abrazo fortísimo. y a resistir

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