Nota: no dejeis de volver porque cargaré unas cuantas fotos más, por ahora esta colección de cosas de Barcelona…
Hablar de Gaudí como si fuera un jardinero es posible que provoque de entrada cierto rechazo entre los puristas. Sin embargo mi intención es bien distinta, porque en efecto Gaudí llenó de naturaleza sus construcciones.
Su mayor fuente de inspiración y su dedicación a investigar las formas en que las plantas conseguían sujetar en el aire el peso enorme de una copa sobre un delgado tallo, las construcciones en espirales que se rigen por el número aúreo, las maravillosas y variadas formas de las flores y el ramaje, le llevaron a reproducir en piedra o cemento todo aquello que veía en un parque o en un bosque, y fundirlo también en hierro para sus maravillosas barandillas o puertas de una vivienda.
Todo el mundo le reconoce su genialidad sin discusión y se admira del resultado que dejó como regalo para todo el mundo. Su inacabada gran obra la Sagrada Familia, constituye una amalgama de espiritualidad y misticismo que le impulsaron a dedicarselo por entero a Dios.
Para el visitante que antes de observarla ha revisado anteriormente su biografía y su obra, constituye casi la única manera de entender la fe y la fuerza de esta persona. Colocado bajo la portada de la catedral el efecto visual de las torres eleva tu vista hacia el cielo, hacia Dios, sin más límite que seguir el camino que él dejó trazado. Humildemente bajas la mirada y la mueves con asombro a lo largo de todas las figuras que viven en armonía con la plenitud de la santidad.
Los Apóstoles y la Sagrada Familia, se entremezclan con palomas o espíritus santos, determinados pasajes de la historia Sagrada aparecen como una guía para no perderte entre la decoración irregular, casi barroca de algunas partes, y el brillo de los mosáicos de colores tiñe de reflejos zonas sombrías.
Si después de su contemplación no has sentido en algún instante ese recuerdo de nuestras enseñanzas religiosas traducidas en piedra, es que no la has mirado adecuadamente. El quería transmitirlo en cada detalle aparentemente simple o estilizado, en cada rincón de sus bóvedas, que son a la vez un rincón de su alma creyente y devota.
Descubrir a todos los Gaudís que se sembraron en Barcelona es un auténtico deleite visual y sobre todo aspirar el aroma que emite cada una de sus creaciones es añadir el olfato a la percepción de todo lo que cultivó con tanto esmero y delicadeza. Y es que Barcelona huele a Gaudí, y si no lo notais llegaos al Parque Güell y descubrireis lo que intento decir.
El Centro Virtual Cervantes le dedica este interesante monográfico a Gaudí
Lamia, hacía tiempo que no paraba por allí. Siempre he estado por motivos de trabajo y la he recorrido con menor intensidad de la que merece.Pero hace mucho que entendí que es una ciudad magnífica en todos los sentidos. Y sus gentes educadas y amables, nada que ver con los «prejuicios» heredados de manifestaciones poco o nada relacionadas con su caracter cosmopolita y abierto.
El número aúreo hace mucho que lo sigo… (lo persigo) gracias al arte, y no a la matemáticas. (Aunque esta ciencia también es filosofía pura).
En una catedral gótica, en un templo griego, en una flor, incluso en la música aparece esta divina proporción que los genios han procurado transmitir a la posteridad. Ojalá el enlace que dejé en el artículo te ayude a comprenderlo de manera muy fácil. 😉
https://alasdeplomo.com/vida-dorada/
!Qué buenos recuerdos¡ Después de un montón de años de ausencia, hace unos días visité Barcelona con mi hijo. Fue una experiencia increíble: por la compañía y por lo que vi. Me reencontré con una ciudad de la que en su momento me alejé por distintos prejuicios. Volví con el pensamiento de que, en cuanto pueda, tengo que regresar.
Por otra parte, veo que haces referencia al número aúreo. Estoy leyendo «El ocho», de Katherine Neville, y es un concepto que aparece. Junto con otros muchos relativos al ámbito de las matemáticas…. y ando perdida entre ellos.