Llegamos temprano a la cita, había que esconderse en uno de los salones del antiguo Casino Mercantil de Zaragoza, para darle la bienvenida a nuestro querido y admirado Carlos Pauner.
Todos sabeis que acaba de llegar a la cima de la montaña más alta de la tierra, El Everest, a cuyos pies -según propias palabras de Carlos- han montado un circo en el campo base. Sin embargo su ascenso no ha sido parte de un espectáculo circense, sino el postre a una larga carrera llena de sacrificios, de esfuerzo y tenacidad hasta conseguir completar esos catorce ochomiles que lo proclaman como uno de los más grandes montañeros del mundo.
Ahí estuvimos llenos de admiración y muy felices de verle llegar en perfecto estado. Desde Katmandú a Zaragoza hay 7719 km. y sin embargo parecía que viniera de darse una vuelta alrededor de la Puerta del Carmen, lleno de energía y regalando abrazos y afecto a todos.
Los videos y las crónicas que él mismo había ido colgando desde el comienzo de la expedición, fueron el telón de fondo de una charla junto a su compañero de fatigas, Raúl Martinez, y nos hicieron sentir la emoción de su gesta. El asalto final y la llegada a cima fue un resorte que a más de uno nos puso los pelos de punta.
Tuvo palabras de recuerdo hacia esos amigos que han ido quedando en las cumbres, y los sentía junto a él más que nunca. Describió la sensación de ver a su alrededor todos esos picos míticos, que él ya había conquistado, y lo describió como un campo de flores en las que ya había vivido, a la luz del amanecer, brillantes y a la vez casi minúsculas desde aquella atalaya del Everest.
Querido Carlos, ya estás otra vez en casica, ahora a disfrutar del descanso, a respirar a pleno pulmón el cierzo que te abre los brazos y del calor de esa gente maravillosa que te rodea, tu familia, tus amigos y todos aquellos aragoneses que te miramos con orgullo por haber llegado hasta lo más alto y a los que has dado más de lo que nunca podremos devolverte. ENHORABUENA, hombre de oro…