¿Nos tomamos un cafetito?. Vale. Es una forma de iniciar un encuentro con cualquier persona, y hablar tranquilamente saboreando los aromas que surgen de una sencilla taza de café.
La historia, el nacimiento, la difusión del café está llena de anécdotas hasta llegar a Europa, donde se abrieron las primeras cafeterías en Londres, aunque fué el café Vienés el que más glamour dió a esta infusión «vigorizante».
Como todo placer es algo muy personal, donde el gusto, el paladar, el torrefacto, la procedencia, nos dan un inmenso abanico de posibilidades de elección. Café de Colombia, de Ecuador, de Brasil… dependerá del gusto individual y cada cual saboreará su café preferido.
Al menos hasta hace bien poco era así. Para los muy cafeteros, el secreto estaba en moler justo al momento de prepararlo y continuar con un ritual, que sin llegar a la ceremonia del té nipón, pasaba por llenar la cafetera, esperar que saliera el café recien hecho y sentarse con la taza a disfrutar de un momento de relax…
El café mañanero es otra cosa, es el preámbulo del nuevo día, una necesidad para los adictos a la cafeína, y en España casi lo único que nos metemos al cuerpo antes de acudir al trabajo. Como decimos por aquí, «me voy con un café bebido».
Cada país tiene sus costumbres, por ejemplo los norteamericanos lo toman muy flojito, pero siempre tienen una cafetera a mano. En muchas empresas están las zonas de expendoras automáticas de café, o tienen su cafetera automática en las salas de descanso.
En nuestras casas, tenemos todo tipo de cafeteras, desde la tradicional Magefesa, pasando por la Melitta, o la cafetera a presión tipo bar. Y hay quien sigue haciendo un magnífico café de «puchero» que cuela en su manga de tela.
Ahora hemos incorporado una nueva forma de hacer café, a base de cápsulas herméticas que comercializa Nestlé a través de su Nespresso. Yo acabo de sumarme a esta nueva plaga. ¡Ya tengo una cafetera más!. Sinceramente no me acaba de «convencer» el café que sale. Eso sí sale con una crema muy lograda, pero no acabo de pillarle el paladar a la limitada oferta de sabores que ofrece.
Reconozco que a quien se tome un café «por tomar», le pueda parecer magnífico. También es cómodo, limpio y rápido, prepararlo. Pero el resultado no se corresponde con lo que yo espero de un buen café. Del precio de la capsulita mejor ni hablar, porque tampoco va en consonancia con la cantidad de producto que contienen.
Debo deciros que acabo de experimentar una de las formas de «reciclado» de cápsulas de las muchas que aparecen en la red. Y he conseguido hacerme un café a mi gusto utilizando esta nueva máquina. Pero no creo que lo vuelva a hacer porque para eso me quedo con mis viejas cafeteras. A cada cual lo suyo. Dependerá del momento para que use una u otra y creo que, salvo una urgencia, esta Nespresso no será mi manera habitual de tomarme los cafés con los que suelo sentarme ante el teclado para serviros mis reflexiones. Voy a poner la cafetera a calentar… adivina cuál.
Thanks for sharing your thoughts on aromas. Regards
Jubi, tú si que estás «al loro» de todo. dios mío, habrá que llevarse el aceite de desecho para que lo reciclen, igual así hacen descuento. jejej Gracias.
Creo recordar que te debo o me debes un cafetico, claro que con los olores a fritanga de las aerolíneas KLM seguro que dentro de ese avión no nos lo tomábamos.
«Pasarán el aceite de cocina de la sartén al avión.» (Escribe esto en Google)
Cuando aterricemos yo te invito.