No tuve lo que se puede decir un buen día para hacer fotos. Faltaba contraste y luz. Y aún con todo quedé maravillado de las posibilidades estéticas de todo el conjunto.
A quienes nos gusta la arquitectura como forma de crear arte y buscar cómo llenar los vacíos de manera que sea algo más que amontonar ladrillo y cemento, para conseguir además un edificio utilizable, tenemos allí donde encontrar todo ello y mucho más.
Calatrava ha creado un nuevo mundo en esta Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, inmerso en el cauce del Turia, donde el agua deja flotar sus estructuras de manera etérea, ingrávida, y te deja buscar un rincón desde el que descubrir su pez nadando, o cabalgar en su lomo subiendo por una costilla hasta la aleta caudal.
Me faltaba luz, ya he dicho, y por ello me faltaban sombras. Faltaban también reflejos para duplicar un volumen falso, y Sorolla estaba presente en mi mente reclamando lo que él supo captar con sus óleos en la arena de una playa levantina.
Las cristaleras se hacían inútiles esperando a que saliera el sol para alumbrar el interior de esta maravilla de edificios, cuyo conjunto es sorprendente desde cada rincón que se observe. Una pena que no fuera el día de la luz que deseaba, pero a pesar de ello, cada edificio, cada estanque, cada estructura daba lugar a que tu imaginación buscara cada detalle que su creador ha dejado allí. Seguro que algún otro día volveré a retratar todo ello y a meterme de lleno en el cobijo de cada edificio. Mientras tanto os dejo con esta muestra de fotos en las que vereis algo más que una fotillo de acá o de allá, porque espero que veais la inspiración de Calatrava y descubrais lo que una cámara nunca podrá captar, con luz o sin ella.
Pero además de esto, poco a poco iré engordando este album de Paseo por Valencia, donde hay otros detalles de la ciudad.