Tenemos el mejor grupo de observadores posibles a nuestra disposición y de manera totalmente gratuita y vocacional: los jubilados. Esos paseantes relajados que van y vienen de acá para allá con el único objetivo de mantenerse en activo y hacer circular la sangre por sus venas y de paso ver cómo avanzan las obras de una ciudad.
La imagen de un señor mayor, apoyado en una barandilla, contemplando cómo siete jefes de obra dirigen las labores de un peón caminero, pertrechado de pico o pala, mientras un casco blanco provoca el sudor de un cerebro al que protege del riesgo de radiación solar.
En fin, que les están quitando la responsabilidad de sus observaciones a nuestros jubilados, ya sea en una obra o en un banco del parque, mientras las palomas picotean a su alrededor cualquier migaja que cae como un maná divino.
Gracias al caso del señor Neira, a quien la fama mediática parece haber confundido, y que se permite la villanía de hacer alarde de conducir en un estado etílico lamentable, mientras que todo el mundo intenta responsabilizarse de todo lo contrario, y procura separar el alcohol de la conducción. SI BEBES, ¡NO CONDUZCAS!, nos recomendaba Stevie Wonder, mientras que Neira se «alegra» de que lo hayan pillado… ¡cosas veredes, amigo Sancho!.
Pero debemos sacar partido de este lamentable espectáculo, si gracias a ello nos damos por enterados de que existen infinidad de observatorios públicos de los que forman parte unos individuos anónimos, que lejos de estar jubilados deben estar muy activos «observando» lo que ocurre en todo tipo de ámbitos. La juventud, el empleo, la violencia de género, las telecomunicaciones… el «sursuncorda».
No digo que no sea necesario observar para entender, analizar para corregir, determinar para actuar, pero montar un tinglado tan complejo (y tan caro) para ver qué está pasando en cualquier actividad, es poco menos que un derroche innecesario.
Tenemos a nuestros jubilados, a los parados, a los diletantes (saegún el DRAE: que cultiva algún campo del saber, o se interesa por él, como aficionado y no como profesional), ociosos, transeúntes, usuarios, y millones de personas que siempre tienen una visión crítica y objetiva de lo que ocurre a su alrededor, como medio directo para establecer las necesidades más perentorias de cada grupo social, sin necesidad de pagar por esas observaciones.
¿Cuántos observatorios de este tipo tenemos?. Descartando los meteorológicos, astronómicos, de aves migratorias y similares, podemoss aombrarnos con unos cuantos como ejemplo. Ah, no hace falta insistir en que ello se multiplica por cada una de las CC.AA. de nuestro país que tienen los suyos propios…
– Contra la violencia de Género.
– Telecomunicaciones y sociedad de la información.
– Formación en el transporte por carretera
– Industriales (varios).
– de la Seguridad Social.
– Del empleo joven.
– Consumo y Distribución alimentaria.
– de la Sostenibilidad.
Y así, casi sin fin, encontramos observatorios de todo tipo, dedicados a observar, que para eso les pagan.
Yo no sé si ya existe el que propongo: Observatorio para observar si observan los observadores… no sea cosa que les estemos pagando sin que observen tanto como los jubilados. Y puestos a pagar, tal como están quedando las pensiones, yo pagaría a los auténticos observadores de toda la vida, a quellos que además de experiencia tienen tiempo y ganas de hacerlo, y seguirían colaborando activamente y aportando su sabiduría en beneficio general.
Dedicado a mi jubilado favorito, Emilio Gil, Unjubilado, y a todos aquellos que de una u otra manera se ven forzados a observar el entorno porque no tienen un empleo remunerado.
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Angel, caminar es además la forma de encontrar lo que buscas y hacer como el poeta, camino al andar…
Lo de que no son solo los jubilados los que observan es cierto, pero son los que podrían aplicar su experiencia de manera desinteresada para decirnos lo que pasó, lo que está pasando y lo que pasará, sin necesidad de hacerlo de manera institucional. Los chinos veneran a sus ancianos. 😉
No soy dado a los consejos, pero se debe pasear que es muy bueno para el cuerpo y la mete. Además habría menos coches en las ciudades.
En cuanto a los observadores no son todos jubiliados. El hecho de observar es la curiosidad que nos mueve. Por otra parte no solo se observa sino que se ¡critica!
Jubi, esperaremos ansiosos ese día… 😉
Gracias Carlos, estoy de acuerdo contigo. Yo, desde mi atalaya (internet) suelo estar presente en muchos sitios, en realidad cada vez me gusta menos pasear y cuando me muevo en coche, voy jurando, ya que las obras del tranvía me hacen dar mas vueltas de lo debido, claro que entonces me voy enterando por la radio de otras noticias que no había conocido.
Por cierto te debo algo, pero tengo problemas con los ordenadores, con microsoft y con el open office,
Algún día llegará.