Coger la moto por los cuernos

En materia de Seguridad Vial, vamos siempre que nos pilla el toro (salvo en donde se han prohibido las corridas… de toros, se entiende).

Circular en una moto, ciclomotor o bicicleta no es ir a la escuela de motoristas, como argumenta Jordi Jané,  casualmente presidente de la Comisión de Seguridad Vial del Congreso y que aboga en favor de los fabricantes de ciclomotores, sino ir algo más deprisa que andando y mucho más peligroso.

Una vez más estoy a favor de la medida que va  implantar la DGT aumentando la edad para poder circular en ciclomotor. Y no es que un joven con 15 años haya alcanzado una madurez mucho mayor que con 14, pero en algún ordinal hay que establecer el «rasero». Conozco mucho maduro sin madurez y mucho joven sensatísimo, así que lo de la edad sería algo muy relativo en estos temas.

Sin embargo las cifras nos dan una idea clarísima del porqué de esta medida preventiva. ¡Aumenta el número de accidentes de moto, y la mortalidad!. Podeis ver los informes de siniestralidad que publica la propia DGT.

Como muchos otros me hice motero ya de mayor, cuando podía permitirme el «capricho» de tener una moto, y me compré una de 250 c.c. para ir abriendo boca. Hice las prácticas necesarias, muchas en mi caso dado lo que me costaba mantenerme sobre el maldito tablón, me examiné del correspondiente permiso de clase «A» y me lancé a las calles a superar «frustraciones juveniles». Debo decir que llevaba ya a mis espaldas cientos de miles de kilómetros conduciendo coches de todo tipo, bastantes miles de horas de vuelo en avión de pasaje y lo de la moto no tiene nada que ver con otro tipo de vehículo. ¡Es diferente!.

Circulo por ciudad como un «novato», es decir con mucha precacución, mirando al frente sin perder de vista los laterales, y procurando respetar al máximo las normas de circulación, incluida la velocidad máxima en ciudad de 50 km/h. Pues aún así y todo he sufrido tres caidas leves por diferentes causas. Una puerta de un coche que se abre en un semáforo justo cuando pasas a su lado (mea culpa por ir a la pole), un bachecillo rodeado de grava debido a las obras del tranvía, un arrollamiento posterior estando parado en un semáforo en rojo… ¡minucias!, ya que nunca he tenido más que un desconchón en una rodilla.

Pero aprender a circular no es lo mismo que aprender a conducir un vehículo. Ni ser conductor de un tipo te garantiza dominar otro diferente. Ni la sensación de que «tú controlas» te vale cuando surge cualquier tipo de imprevisto. Frenar en seco, en mitad de un revoltijo de coches y autobuses, conlleva un factor suerte para que no te suceda nada. Unas gotitas de lluvia, un neumático sin la presión correcta, unas gotitas de aceite, algo de grava… y si te toca frenar que sea lo que Dios quiera.

No quiero entrar en diferentes causas de accidentes y circunstancias, porque cada caso es un mundo, pero sí que son necesarias dos cosas fundamentales para no tener que tentar demasiado a la suerte:

– Formación adecuada para ir ganando experiencia, y sobre todo

– Precaución

La juventud es normalmente la edad de «no ver el peligro» en nada, de arriesgar, de probarse a uno mismo, de superar barreras… y a todo ello te invita agarrar una moto por los cuernos, incluso cuando ya superas los cincuenta.

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

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