Cómo sobrevivir a un ERE

screenshot050
(autor)

Puesto que doy por hecho que más de un trabajador aeronaútico se va a ver inmerso en un Expediente de Regulación de Empleo, durante los próximos meses, querría contarles la manera en cómo sobrevivir al mismo.

Los primeros síntomas de que eso va a ocurrir son la llamada de atención que suele dar la empresa a los representantes sindicales y comités de empresa. De ser así hay que pensar que se aproxima una vaca flaca que está a punto de darnos una cornada si no tenemos el capote listo para hacerle el quite.

La verdad es que no haría falta que nos dijeran lo mal que va una empresa para saberlo por nosotros mismos, pero siempre hay quien esconde la cabeza y hay que hacerle oir lo que no quiere. Una vez dado el primer aldabonazo de precaución, en el que se apela a la cordura y la colaboración del trabajador, hay que acudir inmediatamente a los abogados laboralistas más eminentes y dejarse asesorar por profesionales, de lo contrario lo inevitable además nos saldrá por un pico.

En cualquier empresa con un determinado número de empleados, existe un interlocutor único entre los trabajadores y la misma entidad: «El Comité de Empresa». Este es quien legalmente ostenta la representación  de todos los trabajadores de ella, sin distinción de rangos ni de acuerdos particulares entre diferentes colectivos. En aviación, por lo general, los pilotos, que siempre hemos ido de listos, solemos estar ausentes de dicho comité. Tal vez haya excepciones, pero la práctica común es que el convenio y las regulaciones de dicho colectivo se lleven mediante la representación de un grupo en el que suele estar presente algún que otro miembro de sindicatos profesionales.

Así que cuando llega la negociación de un ERE nos damos cuenta de que nuestros intereses están en manos de quienes no tienen muy claro cuáles son los problemas reales de aquéllos, a los que generalmente se les «tienen ganas» puesto que muchas veces se han tenido que sacrificar en sus pretensiones económicas para «resarcir» a los señoritos que se habían puesto «farrucos». Normalmente se fomenta la disensión entre trabajadores de distintos departamentos achacando los males de unos a la avaricia de los otros. (Manual de gestión de RR.HH. disponible en cualquier Master de dirección).

A lo largo del tiempo se emplea esta táctica para, cuando llegue el momento, ser utilizada en beneficio propio, el conocido «divide y vencerás» está más que abonado con anterioridad. Si yo fuera empresario tal vez, digo tal vez, habría valorado cómo hacerlo servir a mis intereses.

Una vez que se «comunica» el mal momento que se atraviesa, en el que los datos objetivos justifican la toma de decisiones ¿dolorosas? por parte de la empresa, sólo queda afrontar la forma de evitar lo inevitable. Para ir abriendo boca se congelan los salarios, se reducen los incentivos sociales, se reduce producción y/o se fuerzan vacaciones voluntarias, licencias sin sueldo, excedencias, y todo tipo de «artimañas» legales para que cada uno vaya sintiendo el peso de su responsabilidad colectiva y condone «graciosamente» la deuda que su empresa tiene para con él mismo.

Llegados a esta fase del proceso, la empresa ya se ha ahorrado una cantidad de dinero cuya movilización le ha reportado unos cuantos beneficios extras, y si no al menos algo de liquidez cuya financiación ha sido garantizada por la masa salarial de sus empleados. (Manual del Master para directores financieros).

En este momento los ejecutivos de alto nivel de la empresa han revisado ya sus «blindajes» para ver cuánto van a sacar del posible «cese» al que también están abocados. Al fin y al cabo son también asalariados por cuenta ajena, aunque el matiz de sus contratos es que suelen tener participación en beneficios y suculentas indemnizaciones pactadas mucho antes.

Mientras tanto la «patata caliente» de cuántos hay que despedir y a quienes les tocará dejar su puesto de trabajo para salvar a «su» empresa, se la han colocado a los representantes de los trabajadores. Empiezan las discusiones, el salvemos a nuestros compañeros, aquí todos somos uno, nadie en el paro mientras estemos todos unidos, etc. ¡Pobres ilusos!. Les quedan un par de meses para tener que dar su alternativa. Ni siquiera con lo que han cedido voluntariamente hay manera de mantener todos los puestos de trabajo, así que tienen que dar nombres de los que hay que despedir.

Empiezan las refriegas entre camaradas, yo soy más antiguo, tú acabas de llegar, tú eres soltero, tu no tienes hipoteca, o tu eres de familia rica. ¿Por qué no te vas con una indemnización y dejas que «a los que nos hace falta» sigamos aquí con el culo en pompa?. Salen de las tinieblas todos los fantasmas que arrastramos recubiertos de pura lana virgen y los corderos se convierten en «hienas» carroñeras que no dejan ni una entraña que comerse del que hasta entonces era su «íntimo». ¡Penoso pero real!.

El correspondiente mando intermedio, a quien le han quitado un peso de encima, se frota las manos viendo cómo por cuatro euros va a ser capaz de poner en la calle al grupo que ya tenía decidido de antemano. Tal vez incluso haya «sugerido» unos cuantos nombres de » indeseables» que no hacían más que incordiar y remover sentimientos entre la manada de borregos. Ahora los presentan como un «peligro» para la supervivencia del colectivo, han de entrar en razón o todos acabaran en el paro por culpa de cuatro «revolucionarios» . Y además si echan  a esos pocos insolidarios, conseguiran salvar a otros tantos que de ninguna manera deberían perder su trabajo por ser tan buenos profesionales y mejores personas que aquéllos. El plato está servido.

Tras unos cuantos meses de remover el caldo, la sopa está lista para ser tragada «hirviendo». Hay que reducir la plantilla en un X %, cosa que se sabía desde hacía muchos meses, pero que socialmente era poco digerible. Ahora todo el mundo está a favor de la empresa, esa entidad tan buena que se ha preocupado por nosotros, que ha intentado salvar a todos, que sigue peleando por sobrevivir en un entorno hostil, es tan maravillosa que con sólo despedir a unos poquitos nos deja vivir en paz.  ¡Parabienes y alegría!. ¡¡Estamos Salvados!!, y todo gracias a nuestros directivos.

Así lo viví hace un monton de años, así lo vivirán ahora otros profesionales, y así sucederán las cosas. Por ello me voy a permitir la licencia de hacer unas cuantas recomendaciones a los que están abocados a vivirlo por primera vez en su vida:

Ni caso de los apocalípticos mensajes de las empresas. Aunque la crisis es cierta, aunque ellos hayan tenido la mayor parte de culpa por sus políticas anteriores de planificación y desarrollo empresarial, ellos lo que mejor controlan es el gasto en sueldos. Es lo primero que eliminan de sus cuentas contables.

No cedais ante los cebos de responsabilidad. Ellos ya saben a cuántos tienen que despedir ¡Y los despedirán!.

Sabed que vuestros compañeros se van a convertir en vuestros peores enemigos, así que no digais lo que pensais en cada momento ni sometidos a tortura. Al final las «almas caritativas» siempre se acuerdan de tí a la hora de ser nominados. El colectivo va a vivir un «Reallity show« en el que no debeis participar. Hay que pasar desapercibido siempre y en estas ocasiones quedar diluído como un terrón de azúcar en el barro que se monta.

El síndrome de Estocolmo hace presa de la mayoría de miserables que pululan a vuestro lado. Si de siempre han tragado con todo, imaginad ahora lo que no serán capaces de consentir con tal de permanecer agarrados a un corcho. También Bruto era hijo de Julio César… y ya veis.

Afrontad la situación con toda la dignidad de que seais capaces. Si estais entre los «elegidos» que habrán de abandonar el barco, guardad las lágrimas para vuestra casa. Los hombres y las mujeres dignos, se van con la cabeza alta y con el corazón encogido, pero vivirán satisfechos de sí mismos a pesar de que no tuvieran elección.

No ceder ni un «ochavo» de vuestros sueldos, grandes o pequeños, al final te quedas con la sensación de que TU has pagado el despido de los compañeros y,  si eres de los que se van, encimalo haces con la sensación de que has sido miserablemente engañado.

– Y sobre todo, no perdais la amistad entre todos, habeis sido marionetas destinadas a ser sacrificadas por culpas ajenas, habeis sido ofrecidos como sacrificio a los dioses, y vuestro puesto de trabajo no era más que un espejismo en el que sustentabais la ilusión de haber logrado algo digno.

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

6 respuestas a “Cómo sobrevivir a un ERE”

  1. Pingback: ¿Qué será, será…? | Alas de Plomo

  2. Carlos,no te has desviado ni un apice,tienes toda la razon,un abrazo amigo y acabaremos montando la tienda de lenceria,te llamare.

  3. Pingback: Soltar lastre… | Alas de Plomo

  4. No creo que haya demasiada gente consciente de la situación. Si todo se desarolla como vaticinas (y seguro que se aproximará mucho) van a pillar a todo el equipo en fuera de juego.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.