(ilustración tomada de aquí)
Los niños, con su sinceridad y una pizca de crueldad, teníamos una serie de compañeros que respondían a una idea preconcebida o un «estereotipo» del que ya nunca conseguían librarse.
Uno de ellos era el «gordito» ese ser adorable y bonachón al que, cuando estábamos mosqueados con él, le llovían todo tipo de burlas o insultos como el de bola de sebo, gordinflón, gordinflas, zampabollos, cerdito, etc. Yo como me tocaba ser «el canijo» por mi poca talla, siempre me guardaba las espaldas bajo la protección de los grandotes, y además solían ser los más buenazos de todos. (Ahora es una especie en peligro de extinción gracias a que van a quitar las máquinas expendedoras de basura comida y bebida de los colegios).
Estaba también «el jirafa» ese que daba el estirón antes que el resto y nos sacaba a los pequeñajos dos cabezas y al resto una sola.
El empollón era el que siempre sacaba buenas notas en todo, incluso sin «dar ni chapa», pero el sambenito no se le quitaba ni suspendiendo el curso entero.
«El chulico» era el bravucón de toda la vida, el que si le rozabas en el recreo te amenazaba siempre con un par de hostias… A estos los controlaba yo directamente desde el primer día. Como era un poco viborilla, para que no me amedrentaran durante todo el curso, a la primera amenaza que recibía era yo quien se las daba directamente a ellos. ¡fin del conflicto! y tranquilidad todo el año…
Luego estaban los «cuatroojos», pobrecicos míos. Por llevar gafas nos ensañábamos con ellos con lindezas de todo tipo, rompetechos, gafotas, cegatón… eramos de todo punto de vista muy incorrectos políticamente y unos desalmados. Pero así nos las gastábamos casi todos.
Estaba el que no tenía demasiado cociente intelectual, que le costaba lo suyo aprender y siempre caía en desgracia con los maestros y con los compañeros. Era el entonces llamado «subnormal». Nada de exquisiteces con él, si no podía aprender deprisa se le tildaba de tonto y nadie se preocupaba ya de ver si tenía un problema de audición o de vista. Entonces se le comparaba con los cuadrúpedos y pasaba a ser «el burro», con orejas y todo…
Los que no alcanzaban la proporción estética normal y tenían alguna característica física más marcada, eran sin duda fuente de apelativos mucho más directos. El orejón, o dumbo, porque tenía las orejas grandes (todos los preadolescentes tenemos las orejas grandes en un momento dado, ya que alcanzan su tamaño casi definitivo antes de que crezca el resto del cuerpo, pero continúan creciendo toda la vida), pero entonces eso no lo sabíamos y por tanto seguíamos con el «soplillos» si los pabellones auriculares estaban un poquito separados de la cara. Menos mal que inventaron la otoplastia.
Estaba también el narigón, narizotas o el napias… el chato, el cojo, el pequeñín, el chivato o chibota, también conocido por acusica, el pelotas (y no por un exceso de testículos), el enchufao, el mofeta (que se duchaba poquísimo), el pinreles cuyos pies llegaban a la pizarra desde el último asiento de la clase, el granos (atacado masivamente por el acné), el mudo, el cotorra, el enterao, el mariquita o sarasa (entonces no había gays), el caballo loco, el tartaja, el esmirriao, el canijo…
Estábamos todos ahí, y todos respondíamos a uno u otro grupo, incluso a varios de ellos, con lo que en mi caso yo era el…, casi de todo, porque era bajito y regordete, patizambo, sacaba buenas notas, me defendía o atacaba según las circunstancias, ayudaba o pedía auxilio, aprendía rápido o lento según la asignatura, y también tuve acné, me crecieron las orejas y se me pusieron duras las tetillas con el cambio hormonal.
Sin embargo todos aquellos chicos de las clases del cole son hoy gente normal y maravillosa, y me acuerdo de ellos con mucho cariño. ¡Qué tiempos aquellos en los que nos llamábamos de todo unos a otros y seguíamos siendo compañeros y amigos!. ¡Los amigos del cole, los amigos para toda la vida!.
¿Quereis decirnos quienes erais vosotros?…
Angel, eso mismo pensaba yo, pero los padres «modernos» no les dedican a los hijos el suficiente tiempo… ni para prepararles el bocata, que nosotros envolvíamos en papel de periódico. Y luego nos pegábamos media hora de camino al cole, andando, mucho recreo, fútbol, churrro-va, correcalles, etc…
En fin es cosa como dices de formación integral (como lo del pan). 😉
A los de gafas, pues cuatro ojos.
Yo creo que casi todos teníamos algún mote o apodo.
De cualquier manera, volviendo al tema de las máquinas expendedoras de bollos, que no en todos los colegios e institutos existen, la solución no creo que sea eliminarlas: primero porque siempre puedes comprar algo en el chino de la esquina.
El problema es de las madres, que no hacen bocadillos como de los de antes 8pan con lo que sea, chorizo, salchicón, queso, etc.). Eso cuesta masticar e icluso hacerolo y como comos muy comodones y no queremos trabajar y discutir vamos a lo fácil. Se como muy rápido y fácil y bolli cau que un bocadillo de pan y lueg ¡a juga!.
Información sobre nutrición: a los padres y a los hijos!
Sebastián, hay muchísimos, tantos como personas, así que también teníamos el soso, el pupas, el flequillos, etc. jeje la lista es casi interminable. 😉
no se en españa pero en mi pais había los futbolistas, el gordo, el flaco, el gay, la puta, las que se mandan carticas todo el dia, el feo, el bobo, el payaso, el pelion, y el resto del monton
jejej, mira que estábamos feos de adolescentes… ahora sin embargo estamos ¿horrorosos?… 😉
Tienes mas orejas que un seiscientos con las puertas abiertas
Lamia, ¡No te digo!. Aparte de que estás delgadísima, tienes vista de lince, no me estudias nada y encima te ríes continuamente.
Sin embargo yo que sólo mido 1,90, rubio, ojos azules, y cada día más tonto, sigo igual que de pequeño… 😉
Ains…. yo era la gordita, la cuatrojos, la empollona, la llorona…. Pero oye, he mejorado mucho con el tiempo. ¿O no?
Carina, cosas de niños. Cuando los adultos lo utilizamos es con mayor maldad. Pero sigo recordando a esos niños con mucho más cariño que entonces y mucha menos crueldad. 😉
en mi caso es medio obvio no? jajaja pero rescato eso que tienen los chicos de llamarse de todo y seguir siendo megamigos!
Mis okupas fueron los cuatrojos,pero me parece que no lo sufrieron tanto porque hoy en dia es mas normal no?
me hizo gracia lo de sarasa, o trolo.. en argentina tambien se dice asi!!
como siempre aprendi mucho de tu post..solo que voy a tratar de no recordar ningun apodo!!ya sabes que me hago un lio y seguro le digo al pinreles a uno que no se ducha!!!!
besotes!!