Hemos empezado con la distribución de turrón de Sebastián Gil y querría comenzar haciendo un elogio del Guirlache, un turrón sencillamente bueno y tan nuestro como pueden serlo las Frutas de Aragón.
La receta es tan sencilla como que sólo consta de cuatro ingredientes: Azúcar, agua, almendras y anises. Pero su sencillez lo hace todavía más grande porque sin ningun artificio se consigue un sabor muy agradable y es el mejor comienzo antes de degustar otros sabores más complejos.
Su elaboración artesana es bastante fácil de realizar pero lo que nos falta es tiempo para dedicarnos a elaborar las cenas y comidas navideñas y además recuperar las tradiciones que antaño eran necesarias para conservar determinados productos o regalarse el paladar durante las celebraciones de cosas importantes: Una buena cosecha, el nacimiento de un bebé, o la boda de unos parientes.
Ahora tenemos que acudir al «súper» a mantener el gusto por las tradiciones y comprar de buena fé aquello que con tanto cariño nos hacia la abuela o la madre. Aquella receta recuperada con cariño y que exigía de no poco esfuerzo para un momento de satisfacción.
Con esa filosofía han seguido los sucesores de Sebastián Gil elaborando sus turrones. Con las recetas de los ancestros, con el cariño de sus abuelos y con la maestría de sus artesanos. Es decir con mucho amor y sobre todo utilizando las mejores materias primas del mercado comenzando por las almendras, el principal ingrediente de todos estos turrones.
El único enemigo del guirlache es la humedad, que lo ablanda rápidamente (la masa de azúcar es higroscópica) y por ello desde hace tiempo lo envasan en celofán termosellado (no al vacío) para mantenerlo crujiente durante todas las navidades. Pero conservado así se puede consumir practicamente durante todo el año, si bien las almendras tambien tienden a volverse rancias por la gran cantidad de aceite que las compone. Por ello os recomendaría visitar su web y encargarlo directamente, porque os garantizo que está recien hecho y envasado, y como podeis apreciar en las fotos recién envuelto por las manos de la cuarta generación.
El año pasado ya escribí este otro artículo en el que hablaba del guirlache.
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Judith, de eso se trata, de volver a la infancia agradable (y eso que tú eres casi una adolescente). Siempre es bueno volver a los olores de la cocina de casa, a los paseos con tu abuelo por el parque, a la canción del verano de tu primer amor, o al guirlache de Zaragoza. Estamos entrando en la época de hacer balances y preparar nuevos objetivos. Creo que es bueno enfocarlos con un regusto dulce a turrón y por eso se mantiene la tradición en España después de tantos siglos.
Hola!
Mi abuela paterna cuando eramos pequeños mis primos y yo siempre por estas fechas nos regalaba unas barritas de turrón guirlache.
Como yo no soy muy golosa, se las acababa comiendo mi madre, pero me ha traido gratos recuerdos cuando he visto tu foto en el post 😀
Un saludo
Gracias jubi. Eso te demuestra que te quieren mucho y velan por tu salud. Pero ellos deberían comprarte otro tipo de los blanditos y ¡todos contentos!.
En el último bloggellón nos regalaste unas barritas de guirlache, cuando llegué a casa les dije que habían sido obsequio tuyo. A la mañana siguiente solo quedaban los envoltorios, no me las dejaron probar «No vaya a ser que te quedes sin algún diente». Creo que aún se relamían.
Un abrazo