Ya ha llegado, ya está aquí el IVA, porque en vez de ir venía. ¡Qué cosas tiene la fonética!. A lo que iba, el impuesto del valor añadido se ha visto incrementado unos puntos de nada. Total céntimo a céntimo, en cada producto que compremos no nos supone nada y como aquél anuncio de café… tacita a tacita.
El problema es que en cada compra, por mínima que sea, ese incremento acaba notándose en el bolsillo modesto y hasta en el de los ricos. Cuanto más caro es el bien que se compre más euricos van en concepto de IVA. Así que qué haremos los «presuntos» compradores, inicialmente dejar de comprar, para luego volver a gastar en lo necesario o imprescindible y dejarnos de caprichitos tontos, o sea gastaremos menos que antes de la subida. Si no al tiempo.
Pero lo que parece un mecanismo de defensa es un boomerang que se vuelve contra todos. Tendríamos que seguir gastando y a ser posible comprando mucho más que desde que comenzó la crisis. Tenemos que hacer que el comercio vuelva a crecer, tenemos que demandar servicios y productos, hemos de mover el dinero como sea, porque de lo contrario hacemos una nueva burbuja anticonsumista y acrecentamos la quiebra de las pymes y de cualquier trabajador autónomo o asalariado.
La otra solución práctica, es el fomento de la economía sumergida, cada vez a mayor profundidad y con mayor extensión. Factura con IVA = 18% más de coste en determinados casos. Así que ¿quién quiere pagar 180€ de más en una compra de 1000€?… ¡nadie!.
A los empresarios que no repercutan la subida en su producto para no espantar a sus clientes, no les queda otra que soportar por sí mismos un margen menor de beneficio. Así que los que ya estaban un tanto apretados para salvar sus cuentas, ante la falta de liquidez y las deudas asumidas previamente les va a costar más de un disgusto.
Alasdeplomo mantiene su rating de coste para sus lectores y como podeis ver en la cabecera los vuelos siguen siendo sin IVA. Todo sea por relanzar la economía.