El Cantábrico tiene olor a mar, y olas y sube y baja la marea como si un gigante sediento se hubiera bebido el mar, dejando la arena cada vez más lejos del agua.
El Cantábrico teiene viento y sol… y nubes que preñan de verde las laderas y valles que van a morir al mar.
El Cantábrico tiene cielo de mil colores, perlado de gris o radiente de azul intenso, nítido u opaco como un cristalino cegado por una inmensa catarata, a través de la cual sólo se puede intuir la luz lejana de un sol extraño, y que te deja la ilusión de que la luz escapa de tus pupilas y sólo ves el reflejo de un mar, profundo y rizado, al que no te atreves a enojar.
El Cantábrico tiene rocas ásperas, cortantes, y arena fina. Tiene rebozo de nácar y conchas, batido con agua y sal.
Tiene de todo y de nada si no lo quieres mirar, si no sientes que es el mar bravo, duro y recio al que tienes que amar tal como es. Y sobre todo disfrutarlo, aunque sea viendo estas fotos.