El ocaso de los sindicatos

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(autor: Oscar Galván, de su galería en flickr)

Por definición, un sindicato representa y defiende los intereses de los trabajadores, ante su empresa, y debe procurar en todo momento la mejora de las condiciones laborales, sociales y económicas de aquellos a los que representa.

El origen del movimiento sindical se remonta a los primeros momentos de la «revolución industrial«, en las que el nuevo modo de entender la producción de bienes, pasó de una escala individual a ser una herramienta más del proceso y surgieron una serie de organizaciones (Trade Unions) que tuvieron por delante un gran reto, y a los que les costó mucho esfuerzo agruparse, llegando a ser considerados ilegales y estar prohibidos.

Seguramente la unión laboral de manera gremial tiene todavía antecedentes más remotos que los propios de la Edad Media. Tal vez cuando la tribu dejó de ser nómada y se estableció de manera sedentaria, cada grupo diferenciado dedicado a tareas concretas, pudo haber estado animado por un comportamiento de clase, seguramente pretendieran ya resaltar su importancia frente al resto del asentamiento y se llegó a la especialización de funciones: defensa (guerreros), pastores, cazadores, labradores, etc.

Dejo abierta la puerta a historiadores e historiógrafos para alumbrarnos con sus conocimientos al respecto.

En la actualidad los sindicatos ya no son simplemente organizaciones que defienden a sus afiliados, lamentablemente se han convertido en instrumentos políticos que están al albur de lo que les manda su partido. ¿Algún sindicalista honesto no ha sentido que la dirección de su central sindical le está utilizando?. Imagino que todos. De hecho pienso que todos los sindicalistas son honestos. La práctica de su labor se ve constreñida por el «interés general» y acaban siendo engullidos por una maquinaria inmensa en la que su altruismo se ve superado por la imposibilidad de hacer lo que de verdad querrían.

Un ejemplo clarísimo de lo que quiero demostrar se vió ayer en en las tierras Vascongadas y Navarra, y los diarios una vez más dan su visión de los resultados y de las motivaciones, para convocar una huelga general. (cada cual que lea el que quiera).

En un país como el nuestro, donde el problema más acuciante es el paro, ningún sindicato generalista ha convocado ni siquiera el más mínimo acto multitudinario para luchar por el empleo. Han llegado a acuerdos, han pactado la reforma laboral, han mostrado su apoyo a las políticas de ayuda, discuten la manera en que se puede despedir a un trabajador, determinan la culpabilidad de los empresarios (siempre tan malos) por haber despedido mediante ERES a cuatro millones de personas… Pero en definitiva NO han hecho nada productivo.

Ahora que en tierrras vascas y en Navarra hay un nuevo pacto político entre partidos no independentistas, determinados sindicatos han decidido salir a la calle para decir que hay que luchar contra el paro. Pues, menos mal que nos lo dicen, porque no nos habíamos dado cuenta del detalle.

Mientras tanto en comunidades como Andalucía, Extremadura, Aragón, Castilla la Mancha, Castilla León, y todas las demás, nadie mueve nada para demostrar que están codo con codo con el Gobierno para salir de la crisis que es la única responsable de este desastre social y laboral.

¡NO LES CREO!. Simplemente han perdido eficacia, ya no representan a los trabajadores, y viven no sólo de las cuotas sindicales de una clase trabajadora que no tiene ningún otro medio de defender sus intereses, sino que reciben financiación gubernamental en defensa de la «libertad sindical» como se recoge en el artículo 28.1 de la Constitución  y que reza así:

«Artículo 28.

1. Todos tienen derecho a sindicarse libremente. La Ley podrá limitar o exceptuar el ejercicio de este derecho a las Fuerzas o Institutos armados o a los demás Cuerpos sometidos a disciplina militar y regulará las peculiaridades de su ejercicio para los funcionarios públicos. La libertad sindical comprende el derecho a fundar sindicatos y a afiliarse al de su elección, así como el derecho de los sindicatos a formar confederaciones y a fundar organizaciones sindicales internacionales o afiliarse a las mismas. Nadie podrá ser obligado a afiliarse a un sindicato.

2. Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. La Ley que regule el ejercicio de este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad.»

Estos trabajadores ni siquiera tienen posibilidad de defender su puesto de trabajo. Así que puestos en estos términos yo pediría la disolución de todos los sindicatos, sin excepción, que dejaran de recibir ayudas estatales para mantener una serie de organizaciones que, más que procurar el bien de los que dicen representar, se han sometido sumisamente a los dictados de sus partidos, y lo único que intentan es apaciguar los ánimos de sus afiliados para que no ejerzan su derecho a la protesta (no digamos ya huelga).

Puesto que hemos superado la fase de industrialización, hemos llegado al siglo XXI con un nuevo marco económico y una economía globalizada, en el que la acción sindical ha perdido el sentido, vayamos también hacia un nuevo modelo  de defensa de los trabajadores. En la era del I +D + I, hay pues que romperse la «mollera» para establecer una nueva cultura laboral. Los tiempos han cambiado, la forma de dialogar es diferente, las necesidades son ahora más acuciantes. Así que más nos vale ir pensando en cómo crear una nueva forma de representación, porque el modelo sindical ha quedado obsoleto y por tanto ya no es de utilidad para nadie que no viva profesionalmente de su propio Sindicato.

Nota: Os ruego que aunque esteis totalmente en contra de mis planteamientos, discrepeis conmigo de manera educada. Mi intención no es otra que abrir los ojos y la mente hacia nuevos modos de entendimiento laboral. Y os aseguro que siempre he intentado luchar por los intereses de los trabajadores en las empresas en las que he trabajado. Eso sí, he llegado a la conclusión de que los sindicatos no cumplen con su cometido y por ello querría que aportarais ideas de cómo cambiar el panorama en nuestra representación laboral.

Acerca de Carlos

Expiloto de líneas Aéreas, aficionado a las artes: Pintura, Literatura, Música, Fotografía, con ganas de divulgar aquello que he vivido a lo largo de mi experiencia profesional y humana..

2 respuestas a “El ocaso de los sindicatos”

  1. Pingback: Sindicatos, ¡No gracias! | Alas de Plomo

  2. Pingback: Corderos degollados | QuintoPoder.es

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