«Algo raro tiene que estar pasando cuando en los últimos tiempos estamos asistiendo a fenómenos meteorológicos un tanto extraños por estas latitudes».
Así más o menos hablaría quien la única referencia meteorológica de que dispone sea su propia memoria. Pero la memoria falla, más de lo que parece, y hay que revisar bien los «históricos» de este tipo de fenómenos; más frecuentes de lo que a simple vista pueda parecer.
De todos modos la virulencia y tal vez la frecuencia con las que se estan manifestando, sobre todo en la costa mediterránea, nos han de poner sobre aviso de que realmente es un factor de riesgo que tenemos que tener en cuenta. Antes este tipo de fenómenos parecía que solamente ocurrían en el Sudeste Asiático o en la gran zona de Tifones del Caribe. Pero… nosotros parece que tenemos nuestro propio triángulo mediterráneo, donde empiezan a manifestarse este tipo de Tornados e inundaciones de una forma que tiene toda la pinta de ir en aumento. (ver imágenes de otros tornados en Barcelona).
Esto viene hoy a cuento de las tremendas inundaciones y destrozos producidos en la costa tarraconense y Barcelonesa por el paso de uno o varios tornados que han acompañado a las lluvias torrenciales que se esperaban y habían hecho saltar las alarmas de Protección Civil. La verdad es que ante la fuerza de la naturaleza sólo podemos actuar con toda la cautela del mundo, previniendo y cuidando de no arriesgar nuestra integridad una vez que nos vemos inmersos en mitad de uno de ellos.
Pero a pesar de lo aparatoso y dramático que pueda resultar el único consuelo que queda es que siempre, tras la tempestad vuelve la calma.
Este minivideo lo realicé en Julio de este año en Salou. así que diriamos que nada nuevo bajo el sol, ni bajo las nubes…
Claro que a los que se les inundan las casas siempre le echan la culpa a la naturaleza «salvaje». Y ciertamente que lo es. Por ello la sociedad debería regular mejor y hacer caso de la sabiduría «ancestral» sin especulaciones urbanísticas y edificando en los cauces de los torrentes, poniendo barreras al desalojo del agua por sus cauces naturales, arrasando bosques que impedían el arrastre aluvial del terreno, y tantas burradas como hacemos. Al final la culpa es de Dios, y nosotros somos los que sufrimos las consecuencias.
Yo también tengo una imagen de días de mucho frío y niebla densa a la altura de Todos los Santos. Para el Pilar solíamos estrenar abrigo el año que nos tocaba, luego era el anorak. Así que es lógico que haga mal tiempo en estas fechas. Las heladas eran monumentales y lo único es que la tele en casa entró más o menos el año 61 o 62, la censura no alertaba ni exhibía las carreteras cortadas de muchos pueblecitos de montaña en León y en el Pirineo. Ahora se le da demasiada publicidad a todo lo negativo, y lo hacen más negativo todavía de lo que es la realidad en la montaña. En las ciudades todo lo que no sea ir en manga corta es frío, si llueve molesta porque todo el mundo saca el cohe para ir a hacer un pis, y si nieva ya no te digo. Para el verano hay que coger una pulmonía en cualquier sitio público, de lo contrario es que hace mucho calor, el botijo se ha convertido en un «American Freezer» gigante y hay que echar hielo hasta en los helados, para que no se derritan muy deprisa. ¡Somos una banda de quejicas!.
Estoy de acuerdo contigo, este tiempo no es tan inhabitual como podría pensarse. Retrotrayéndome a mis recuerdos de infancia veo días interminables de lluvia y niebla. Un saludo