En un bar de pueblo había una mesa en la que jugaban al dominó y otras en las que los parroquianos jugaban al tute o al mus; alrededor de una de ellas varios mirones observaban la partida. Mientras tanto el «machote» del pueblo se jactaba de sus conquistas amorosas haciendo alarde de su «poderío».
Veis a la hija del boticario, pues con lo santurra que parece en la cama es una fiera, no hace ni dos días que hicimos de todo. La Pilarín, la viuda del Nicomedes, ya se ha quitado el luto y no veais lo que llora, pero de placer. La semana pasada probé con la de la verdulería de la calle alta y aunque está muy buena es un poco sosa. Y así una tras otra contaba sus aventuras con la «admiración » y la envidia de quienes le escuchaban.
Tras un momento de silencio, el siempre presente tonto del pueblo, se quita la boina y rascándose la cabeza dice:
– Jolín, Mariano, como sigais así ¡¡¡entre tu mujer y tú os tirais a t’ol pueblo…!!!