Equipaje de mano

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El equipaje de una persona es tan sagrado para ella como pueda serlo su propia integridad. Tanto es así que viene explícitamente definido como responsabilidad del propio comandante del avión. Pero en la práctica es frecuente, o incluso habitual, que haya incidencias lamentables con dicho equipaje. Cuantas más veces se factura el equipaje más probabilidad hay de que se te pierda una maleta.

Voy a intentar describir el proceso que sufre un determinado equipaje desde que lo dejas en la cinta de facturación hasta que vuelve a estar en tus manos.

En el mostrador de facturación se identifica a cada equipaje mediante unas etiquetas que van asociadas al billete con el que se ha facturado, quedando en poder de su titular el resguardo de la etiqueta. En dicha etiqueta figura claramente el origen del vuelo, el destino, el nº de vuelo y la compañía transportista. Por tanto en caso de extravío siempre se va a poder localizar dicho «bulto». Siempre y cuando no haya perdido dicha etiqueta.

A partir de ahí el equipaje completo es sometido al scanner mientras se transporta mediante cintas hacia el patio de maletas. En este patio, el personal «cualificado» distribuye cada maleta, bien en contenedores de equipaje, bien en carritos remolcados que son llevados al avión y allí son cargados en las respectivas bodegas . Una vez en el destino el proceso es el mismo pero a la inversa, por lo que se duplica el riesgo de error humano. Si además hemos de realizar un transbordo con cambio de avión y/o de compañía , las probabilidades de pérdida de un equipaje concreto se multiplica por un factor que siempre es mayor de la unidad.

En resumen, la pérdida del equipaje siempre es debida a uno o varios errores humanos. En ningún caso debería ser admisible , pero ocurre.

Por ello el pasajero «escarmentado» procura viajar con lo mínimo imprescindible, y por ser imprescindible es por lo que todavía es más necesario para él el que no se le pierda el mismo. No importa que lleve documentos, objetos personales o una simple muda. Todo ello le es necesario y por lo tanto no está dispuesto a que se lo pierdan. Todo pareció solucionarse con las maletas de tamaño reducido que podían transportarse por uno mismo y alojarlas en los «racks» habilitados sobre los asientos. Todo el mundo podía garantizar su custodia llevándolo personalmente a bordo con las maletas que les vendían como «homologadas», aunque luego las dimensiones de los racks fueran menores de las previstas, con lo que el pasajero volvía a «abandonar» su preciosa maleta a pie de avión. Pero, por lo menos, había superado la primera criba.

Ahora bien, llegan una vez más los «locos» y empiezan a introducir en los equipajes de mano objetos que pueden ser utilizados como armas. No los voy a detallar para no dar ideas una vez más. Consecuencia: «Todos Jo…robados». ¿Qué se puede hacer entonces?.

Pues de momento obligar a facturar todo el equipaje de mano que se convierte así en equipaje convencional y obligando a subir al avión, poco menos que con lo puesto. Alguno ha perdido hasta los pantalones debido a que el cinturón «pitaba» en el arco detector. Y si no que le pregunten a Joan Laporta, presidente del F.C. Barcelona.

En definitiva que vamos siempre a remolque de cuatro «descerebrados» que le hacen la pascua al ciudadano normal quien, lo único que quiere es que le dejen viajar en paz.  Las soluciones siempre son molestas para todos, pero desde luego los responsables de la seguridad aérea tienen que tomar este tipo de determinaciones muy a su pesar y siempre pensando en una única cosa: «LA SEGURIDAD ES LO PRIMERO». 

http://blogs.periodistadigital.com/ultimahora.php/2006/08/12/iadios_al_equipaje_de_mano

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