La ministra de sanidad admite errores en la gestión del Ébola, algo que por otra parte todo el mundo había notado, pero al menos ese reconocimiento podría servir para «tomar nota» y evitar que se repitan otros similares o incluso más dañinos.
Desde la antigüedad los filósofos han tratado el error como algo intrínseco a la propia naturaleza humana, algo ineludible a nuestra condición pero, aún admitiendo el perdón para nuestros errores, en lo que todos coinciden es que todavía es mucho peor perseverar en ellos.
Cuando en aviación hablamos del error, de la cadena de errores que pueden desembocar en tragedia, siempre tratamos de que se convierta en una lección de la que aprender. Se analiza el origen, las causas mediatas e inmediatas, el proceso, el desenlace, y todo aquello que puede ser susceptible de mejora, para tratar de corregir y a ser posible prevenir otro de las mismas características.
Desde aproximadamente 1979, en que la NASA comenzó a profundizar en la parte psicológica de las tripulaciones, hasta hoy, el desarrollo de lo que denominamos abreviadamente CRM (Crew Resource Mangement), ha sido la pieza clave para el incremento de la SEGURIDAD aérea. El avance tecnológico ha permitido reducir los problemas por causas técnicas, se ha conseguido mayor fiabilidad mecánica, mejores sistemas y mayor inmediatez en la detección de fallos, pero al final es el piloto el que toma las decisiones de actuación una vez «procesada» toda la información de la que dispone.
Pero en todo este complejo proceso interviene siempre el factor humano. No sólo se trata de actuar, sino de hacerlo correctamente ante una situación que no es habitual. Intervienen infinidad de habilidades psicológicas que también hay que haber entrenado, conciencia situacional, análisis de los recursos disponibles, influencias externas, toma de decisiones, gestión de recursos (técnicos y humanos), distribución de funciones, comunicación, priorización de amenazas, etc. para al final tratar de que con todo ello el resultado sea el IDONEO o el más adecuado a las circunstancias.
Llevar un avión no es tan difícil como podría parecer, es tan solo una cuestión de aprendizaje y entrenamiento adecuados. Pero es mucho más difícil convertirse en PILOTO. Cuando trato de transmitir el conocimiento que hemos heredado de nuestros predecesores en la aviación, siempre hago esta diferenciación entre el que es capaz de manejar un avión y el que considero piloto: «Un piloto siempre tiene que tener previsto lo imprevisible».