El día 5 de Julio pasado salió el vídeo de un avión haciendo un «BALKED LANDING»(frustrada de aterrizaje) en el aeropuerto de El Prat (Barcelona), debido a una incursión en pista de otro avión.
Lo sorprendente del caso para mí ha sido la reacción en las redes sociales. Desde héroes, a hablar del extremado riesgo, la pericia y toda una retahíla de expresiones más o menos bienintencionadas alabando una actuación que no es más que una de tantas maniobras normales que se ejecutan a diario entre los miles de vuelos que operan en el cielo.
La sociedad busca héroes, quiere creer en algo superior, en cierto modo necesita confiar en alguien o algo que parezca sublime, y si no lo encuentra lo inventa.
Las maniobras de aproximación frustrada son para un piloto la primera consideración desde el momento en que se inicia una aproximación cualquiera. En el «briefing» se comenta cómo, cuándo y dónde tomaremos la decisión de continuar con el aterrizaje, o si interrumpiremos la maniobra para realizar una «frustrada» (go around o missed approach). Y aún así estamos listos para que en cualquier instante posterior podamos irnos al aire incluso a escasos pies de la pista, y entonces nos afanamos en un «balked landing» para evitar esa incidencia que nos impide completar el aterrizaje.
Es tan solo una cuestión de atención, de entrenamiento y de considerar que el aterrizaje es siempre el último paso para la realización de un trabajo que consideramos profesional. NO creo que ningún piloto sienta en algún momento que ha hecho algo digno de mención tras efectuar un motor y al aire, para él será algo que ya tenía previsto con mucha anticipación, y por tanto dentro de lo normal.
En la instrucción trabajamos diariamente estas situaciones, y otras menos frecuentes, con más dificultad y en peores condiciones, algunas francamente límites, pero puedo deciros que todas las tripulaciones que forman parte de una compañía aérea, tras dicho entrenamiento, están acreditadas para afrontarlas con total margen de seguridad, de lo contrario NUNCA obtendrían la HABILITACIÓN DE TIPO para volar en ese avión.
Es un entrenamiento muy duro, muy exigente, muy «frustrante» a veces, y que nos baña de humildad a todos, porque somos conscientes de nuestras limitaciones, de las dificultades y de las responsabilidades que tenemos que asumir y casi siempre nos exigimos el máximo de nuestras capacidades para afrontarlas con serenidad y buen juicio.
La forma de llegar al dominio de tantas variables sólo tiene un secreto: DEDICACION. Tal vez con eso es más que suficiente, porque incluye ESFUERZO, SACRIFICIO, ENTREGA, ILUSION Y SERIEDAD.
Al resto de la sociedad sólo le pedimos que nos valore como profesionales, y que cuando las cosas no salen como deseamos que no nos crucifiquen inmediatamente y nos presenten como al «ECCE HOMO», culpables de todo y listos para ser linchados.
Sólo somos trabajadores aéreos, esa es nuestra vocación y nuestra vida, y lo demás es artificio.